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halconazo resPor Ernesto Contreras  / Secretariado Nacional 

2 de octubre de 1968, Tlatelolco se teñía de rojo por culpa del gobierno asesino de Díaz Ordaz para “calmar” el hartazgo de los estudiantes mexicanos criticando el autoritarismo del gobierno, apoyando las protestas en el mundo, pedían se respetara la autonomía universitaria y exigían la libertad de los presos políticos.

Después de ese día, México nunca sería igual, muertos, desaparecidos, mentiras en los medios de comunicación y un gobierno convertido en dictadura.

Después de ese día, todos creerían que sería el fin de las protestas de los estudiantes, todo creerían que con esa demostración de poder e impunidad del gobierno, nadie volvería a levantar el puño contra la dictadura disfrazada de democracia.

¡Qué equivocados estaban!

Ya era 1971 y ahora ocupando la presidencia, el antes secretario de gobernación Luis Echeverría Álvarez, que cinco años atrás había creado un grupo paramilitar pagado por el gobierno, llamado “LOS HALCONES” (que a la postre serian los sinodales de los grupos porriles), tomaba a batuta de la represión.

En Nuevo León, después de que las autoridades redujeran el presupuesto a la Universidad Autónoma de Nuevo León y obligó la a que se aprobara una nueva ley en la que se eliminaba la autonomía de la misma, los universitarios comenzaron una huelga.

La UNAM y el IPN escucharon el llamado de solidaridad y convocaron a una manifestación el jueves 10 de junio de 1971 (jueves de Corpus Christi).

Marchando contra la falta de libertad de expresión, la farsa democrática y la represión a movimientos populares, los estudiantes salieron aproximadamente a las 5 de la tarde del Casco de Santo Tomás, seguiría por la calzada México-Tacuba para llegar al Zócalo capitalino. Esta marcha no llegaría muy lejos, ya que en la inmediaciones de la estación Normal del Metro se escuchó el estallido de una granada, siendo esta el aviso el gobierno para que hicieran presencia con grupos armados, tanques antimotines, camiones de bomberos y patrullas, además de francotiradores vestidos de civil. Había comenzado una nueva masacre.

La masacre duro alrededor de dos horas, al anochecer había alrededor de 70 cuerpos en el lugar de los hechos, según el saldo oficial. Se detuvo aproximadamente a 150 personas pero a ninguna sele consignó, porque según las autoridades, nadie se presentó a denunciar. Esa misma noche el presidente Luis Echeverría dijo que se iniciaría una investigación y se castigaría a los culpables, así como también señaló que fueron estudiantes extremistas los que comenzaron el tiroteo y las fuerzas de seguridad contestaron la agresión. Para tratar de ocultar pruebas que implicaran al gobierno, el grupo paramilitar “LOS HALCONES” a orden estricta de coronel Manuel Díaz Escobar fue desmovilizado y semanas más tarde el coronel fue enviado como agregado militar a Chile, nación en la cual en el mes de septiembre, su amigo el general Augusto Pinochet encabezaría el golpe militar contra el presidente Salvador Allende.

A 44 años de los hechos, no hay culpables de esta masacre, una masacre que vive en la impunidad total, una masacre que pudiera volver a presentarse en cualquier momento por parte del gobierno federal, no solo contra estudiantes, sino contra campesinos, obreros o cualquier movimiento que pretenda defender sus derechos.

Estos hechos cambiaron la vida de muchos estudiantes sobrevivientes que estuvieron presentes en los tristes acontecimientos del “Jueves de Corpus” e hicieron crecer más la rabia contra este gobierno opresor.

Ahora es cuando más unidad se requiere para cambiar la situación de México y el mundo, cuando se requiere de cuadros preparados para organizar las inmensas masas de hartazgo que crecen en el país.

Desde aquí, desde esta trinchera de lucha decimos…

¡NI PERDÓN NI OLVIDO, CASTIGO A LOS ASESINOS!

¡10 DE JUNIO NO SE OLVIDA!

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