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Por Elsa Robledo

 

Si la liberación de la mujer es impensable sin el comunismo, el comunismo es también impensable sin la liberación de la mujer”

Inessa Armand

 

 

Además de la explotación del hombre por el hombre y otros tantos males, la aparición de la división de la sociedad en clases trajo consigo la opresión de la mujer.

 Mientras la historia humana ha pasado por muchos sistemas económico-sociales (esclavismo, feudalismo, capitalismo), que se han traducido en cambios o mejoras para la sociedad en general, la situación de la mujer no ha cambiado fundamentalmente. Pues milenariamente las mujeres han sufrido una doble explotación. Esto quiere decir que además de padecer la explotación propia de la división en clases (siendo esclava, sierva o proletaria), ha padecido una explotación específica por pertenecer al género femenino.

En términos generales históricamente se ha sometido a la mujer  a los trabajos domésticos por ser mujer. Pues ha sido éste en quien únicamente ha recaído históricamente la obligación de resolver las tareas domésticas. Tareas que cualquier sociedad requiere para su funcionamiento. Estas son: la crianza de los hijos, la limpieza del hogar y la alimentación de todos los miembros de la familia. Pero no solamente ha sido su obligación, sino que fue relegada a realizar únicamente esa labor.

Aunque la lucha política sobre todo de muchas mujeres a lo largo de la historia ha logrado que la mujer no esté ya relegada únicamente a realizar tareas domésticas, eso no ha significado que se libere de ellas.

Pues aunque las mujeres hayan adquirido el derecho a la educación, al voto, al trabajo remunerado (hablando en un sentido general, pues aún hoy esos logros no se han visto reflejados en la totalidad de la población femenina), no se han liberado del trabajo doméstico. Como dijo Alejandra Kollontai  “el capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la ha convertido en obrera, sin aliviarla de sus cuidados de ama de casa y madre”.

En la medida en que las tareas domésticas no sean socializadas no será posible liberar a la mujer de la doble explotación. Y esta socialización es impensable en el capitalismo o cualquier sistema de explotación.

Por eso los comunistas luchamos por la liberación de la mujer.  Porque lograr la liberación de la mitad de la población no representaría la liberación total del proletariado. Y los comunistas queremos la liberación de todos sus miembros.

 

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