El pasado 19 de febrero del presente año se cumplieron 17 años del siniestro ocurrido en la mina de Pasta de Conchos, Nueva Rosita, Coahuila. Desde las primeras horas del sábado 18 de febrero acompañé a miembros del Partido de los Comunistas y apoyé con los preparativos para recibir a los invitados que llegarían por la noche y en la mañana del siguiente día.
Mientras íbamos desde Monclova hacia Nueva Rosita aprovechamos para platicar y, en los momentos en los que nos quedamos en silencio, Fernando Acosta, camarada del Partido de los Comunistas; cantaba fragmentos de la canción “Techos de cartón” de Alí Primera (popularmente conocida como “Casas de Cartón” en México).
“Viene bajando el obrero
Casi arrastrando sus pasos
Por el peso del sufrir…
Arriba deja la mujer preñada
Abajo esta la ciudad
Y se pierde en su maraña
Hoy es lo mismo de ayer
Es un mundo sin mañana…”
Llegamos al mediodía y se sentía ya algo de frío, aunque no tanto como el que se sentiría más tarde al anochecer. Comimos algo y después fuimos a hacer las compras necesarias para la velada. Por la tarde comenzaron a llegar reporteros y algunos invitados.
El sonido de conversaciones se mantenía constante por aquí y por allá. Todos esperábamos pacientemente hasta que el reloj marcara las 2 de la madrugada con 10 minutos; hora exacta en la que sucedió el siniestro aquel 19 de febrero del año 2006.
Después de haber degustado el delicioso menudo que preparamos, y a tan solo un par de horas de iniciar la conmemoración, algunos continuaban charlando, otros bebiendo café y otros pocos, como yo, luchábamos por no quedarnos dormidos en nuestros asientos.
Llegó la hora y pronto todos nos reunimos para escuchar las palabras del ingeniero Fernando Acosta y de las viudas y familiares de los mineros y posteriormente guardamos un minuto de silencio en memoria de cada uno de ellos. En seguida dos compañeras interpretaron varias canciones muy emotivas con las que, a pesar de la tristeza que acompañaba a todos los presentes, se sentía el fulgor de la esperanza.
Amaneció y los rayos de luz que ahora no encontraban nubes a su paso indicaban que sería un día caluroso. Regresaron quienes fueron a dormir un par de horas además que llegaron más invitados, entre ellos, miembros del Sindicato de Mineros de esa y otras regiones del país.
Varios de los presentes compartieron palabras y todos los discursos tenían algo en común: los reclamos y exigencias que siguen siendo los mismos desde el día en que se les negó continuar con los trabajos de rescate de los cuerpos que aún permanecen en la mina y, a pesar del paso del tiempo, del nulo apoyo, de la falta de recursos o la desmotivación, todos continuamos unidos luchando y no pararemos hasta que seamos escuchados y logremos lo esperado.
Es sorprendente que, a pesar de la relevancia de este acontecimiento, aún hoy en día ocurran accidentes laborales en otras minas y las empresas no se responsabilicen por ello. Y es que lamentablemente en este sistema capitalista en el que vivimos aquellos que tienen los recursos y el poder puedan hacer uso de nosotros como si fuéramos solamente mano de obra barata y reemplazable, pero se olvidan que somos personas, somos el familiar o amigo, somos quienes nos levantamos día a día para cumplir nuestro deber para que ellos sean los que se llevan la mayor ganancia.
Para finalizar se llevo un arreglo floral a la entrada de la mina, después comimos y nos despedimos ya que algunos teníamos que emprender el largo viaje de regreso a nuestros hogares. Así concluyó y para mí fue una gran experiencia. No me importó lo pesado del viaje pues sabía que los aprendizajes y convivencias valdrían la pena. Además estoy muy agradecido tanto con el Partido de lo Comunistas como con las viudas y familiares de los mineros.
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