Por Kommy

¿Qué nos queda a las y los ciudadanos de México?

La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)  es una de las pocas organizaciones que han mostrado su rechazo a las reformas estructurales, en especial a la mal llamada reforma “educativa”, que afecta directamente en su área laboral.

Desde mi punto de vista, el gobierno federal puso entre la espada y la pared a la CNTE, que sólo puede escoger entre guardar silencio aceptando la reforma, o salir a la calle a exigir su derecho de ser escuchada y tomada en cuenta.

 

Ya hemos visto como los distintos gobiernos federales que han ocupado los Pinos no tienen ningún interés de incluir a la ciudadanía en sus planes al momento de tomar las decisiones más importantes sobre el rumbo de nuestro país.  Y esto sucede porque se excusan en que se organizaron elecciones “democráticas” para que la ciudadanía votara por sus “representantes”, pero resulta que la mayoría de los “representantes” del pueblo se preocupan más por representar a sus amigos, compadres o patrones empresarios y millonarios. En cuanto a la reforma “educativa”, el gobierno federal sólo tomó en cuenta al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que, como sabemos, tiene a su cúpula totalmente entregada a los designios del gobierno federal.

Los más feroces canes de la información con los que cuenta el gobierno federal, comenzaron a ladrar cualquier cantidad de ataques en contra de las movilizaciones de la CNTE en el Distrito Federal.  Paco Calderón los ha dibujado portando camisas con esvásticas nazis y manoplas, o como simios que sostienen una bandera roja con un huevo que dentro tiene una esvástica al estilo de una bandera del criminal III Reich.

Sergio Sarmiento no pierde la oportunidad de atacar con cualquier cantidad de excusas a los maestros de la Coordinadora, sobre todo cuando éstos osan protestar en el Distrito Federal.  Mario Marín los llama “maistros” que “sometieron” al Poder Legislativo. Esto, sólo por dar algunos ejemplos de cómo la maquinaria (des)informativa comienza a trabajar a favor del gobierno federal. La táctica es crear una imagen negativa de la CNTE para asustar al resto de la población.

Frente a un gobierno que no toma en cuenta al pueblo y que sólo se sienta a dialogar con los empresarios y con los líderes sindicales afines a sus intereses capitalistas, frente a los medios masivos de comunicación, que sólo defienden sus intereses y los del gobierno, sin importarles la opinión de las demás personas o grupos,  ¿qué nos queda a las y los ciudadanos de México? En mi opinión, sólo queda la organización del pueblo trabajador, que no puede confiar en un gobierno únicamente preocupado por los empresarios. No se puede confiar en los llamados “líderes sindicales”, porque utilizan su poder para ser comparsas del gobierno, aún cuando éste toma decisiones que afectan a los agremiados de sus sindicatos. No se puede confiar en los medios masivos de comunicación, porque sirven como voceros no oficiales del gobierno, y como empresas capitalistas que son, tienen intereses propios que nada tienen que ver con los intereses del resto de la población.

Queda la organización del pueblo trabajador y la unificación de fuerzas e intereses frente a este panorama tan negativo.

¿Y Pemex?

Respecto a la paraestatal, al igual que con la reforma “educativa”, las mentiras corren a raudales.

El gobierno federal prefiere engañar al pueblo de México, antes que sentarse a escucharlo. A lo mejor por ahí alguien dirá: “¿y qué tiene que preguntarle el gobierno al pueblo, que no sabe sobre petroquímica, macroeconomía o procesos industriales?” Pues resulta que el grueso de la población (me refiero a la clase trabajadora que es mayoría en nuestro país) sabe muy bien cuánto cuesta el litro de gasolina, cuánto aumenta el kilo de tortillas, cuánto aumenta el precio de la gasolina, y por ejemplo, en Nuevo León sabemos cuánto ha aumentado el gas desde que el gobierno del estado se lo pasó a Gas Natural, una empresa española.

Si Pemex está “en números rojos”, si el gobierno federal no tiene suficientes recursos como para invertir en Pemex, si el país está sumido en una crisis económica, entonces, ¿quiénes pagan todos los anuncios a favor de la reforma de Pemex en la televisión y en internet? Esos anuncios que salen varias veces después de los partidos de fútbol, o en los cortes de las telenovelas, que son algunos de los espacios más caros de la televisión. ¿Los pagará el gobierno federal, que si tiene dinero para anuncios, pero no tiene para invertir en Pemex? ¿Los pagará Televisa? ¿Los pagarán los empresarios mexicanos, quienes pagan el gas más barato que el resto de la población? ¿O los pagará la Shell, Repsol o la British Petroleum?

¡Qué importan las deudas, total el dinero es del pueblo! No es ni del gobierno, ni del presidente, ni de los diputados, ni de los senadores. Ellos como quiera, al fin del mes recibirán su salario.

En Nuevo León tenemos los siguientes números en los municipios endeudados: Monterrey, 2 mil 090 millones de pesos; San Nicolás de los Garza, 940 millones de pesos; Guadalupe, 668 millones y San Pedro Garza García, 485 millones.(http://www.redpolitica.mx/nacion/que-municipios-son-los-mas-endeudados-del-pais)

Mientras siguen endeudando a los municipios, algunos “políticos” ya comenzaron su precampaña (sin permiso del IFE) electoral. ¿Con qué dinero? Seguramente con el mismo que financia los anuncios en favor de la “reforma” a Pemex.

Y tú ¿les sigues creyendo a EPN, al PAN, al PRD, a Televisa, al Norte, a Milenio?

Ya comenzaron a salir quienes defienden a Pemex, pero no se atreven a criticar el carácter burgués del Estado mexicano. Aparentemente, defienden a la paraestatal para que todo quede igual, inmutable, porque Petróleos Mexicanos es la “caja chica” del gobierno burgués en turno.

Si queremos que el petróleo realmente sirva para todos los mexicanos, sólo queda despedir a quienes administran en verdad a la paraestatal, habrá que despedir al gobierno burgués. No podemos cambiarlo por otro gobierno igual, aunque se pinte de “nacionalista”.

Mientras no tengamos un gobierno emanado del pueblo, la realidad no será transformada, por lo menos no para el bienestar del pueblo trabajador.

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