A poco más de 1 año de las últimas elecciones presidenciales estamos viendo los primeros resultados del gobierno presidido por Enrique Peña Nieto. Sí, ese gobierno que fue avalado por quienes acudieron a votar el 1 de julio del año pasado. Así es el juego de la “democracia” al estilo burgués.

 

     En el 2012 muchas personas se movilizaron por el miedo de que el PRI regresara a los Pinos; pedían que fueran a llenar las urnas de votos para AMLO o para JVM. Se hicieron grandes marchas en distintas partes del país… y aun así “ganó” EPN y esos mismos votos que supuestamente eran en contra de él son los que lo terminan avalando. Pues bueno, la pregunta obligada: ¿y ahora qué sigue?

     Una parte de los mexicanos que se autodenomina de izquierda no quiere alejarse de los límites impuestos por el mismo sistema político gubernamental mexicano. Siguen esperanzados a lo que digan o hagan AMLO o “el inge” Cárdenas, siguen esperanzados al PRD, siguen esperanzados a que las Reformas propuestas por el PRI sean detenidas por los Diputados y Senadores.

     Si con el mal llamado “Pacto por México”, ese pacto entre el PRI, el PAN y  el PRD, no te diste cuenta de la dirección que ha tomado la cúpula del “partido de izquierda”, o sea el PRD, entonces será difícil que comprendas qué clase de partido es el PRD. Y aun así ¿sigues llamándole “de izquierda”? Y este cambio en el PRD no comenzó en el 2012 sino que se ha venido dando paulatinamente en toda la vida de ese partido.

     Las Reformas propuestas por el mal gobierno son de carácter neoliberal y eso no les gusta a algunas personas o grupos que se autodenominan de izquierda, sin embargo al momento de presentarse una propuesta no sólo anti neoliberal sino también anticapitalista es cuando algo les asusta, como si lo malo solo fuera la fase neoliberal y el capitalismo no fuera tan malo y por eso prefieren no mencionarlo.

     Un ejemplo es la actual lucha contra la privatización de Petróleos Mexicanos, donde distintos grupos que se autodenominan de izquierda o contrarios a la privatización de Pemex se lanzan a atacar esta medida con el argumento de que Pemex es una de las paraestatales que más dinero aporta al Gobierno; sí: al mismo gobierno que hoy pretende privatizarlo y, si la situación sigue igual, Pemex seguirá siendo “la gallina de los huevos de oro” en el futuro de cualquier otro gobierno de carácter burgués.

¿A qué le tienen miedo?

     Tal vez a tomar una posición verdaderamente anticapitalista, radical y que rompa con todas la ataduras con el sistema político del gobierno. Es muy cómodo seguir en la línea de la “democracia” burguesa tratando de remendar el capitalismo despojándolo del neoliberalismo con la falsa esperanza de que ese sea el camino hacia un sistema distinto. Yo no comprendo qué es lo que estas personas y grupos están esperando del gobierno actual y de sus instituciones políticas, siguen intentando quedar bien con otros grupos y movimientos que se autodenominan como “de izquierda” pero que abiertamente no se definen como anticapitalistas y que sólo son contrarios a las medidas neoliberales.

     Estar en contra del neoliberalismo no es sinónimo de anticapitalismo, la moribunda burguesía mexicana sigue dando “patadas de ahogado” buscando cómo sobrevivir ante la oleada capitalista extranjera y hasta se han aliado con algunos partidos “de izquierda” o “progresistas”.

     Regresando al ejemplo de Pemex, no sólo se trata de estar en contra de la privatización sino la forma en que comprendes y te opones a dicha privatización.

     Para algunos se trata sólo de una medida neoliberal, para otros se trata de un ataque de la burguesía que nos demuestra cómo, desde el gobierno, está dictando su línea político económica sin que tenga ningún tipo de trabas o problemas; en pocas palabras: la burguesía hace lo que quiere.

     El hecho de seguir soñando con que algo dentro del actual sistema político gubernamental vaya a cambiar te obliga a seguir sus tiempos y a veces hasta sus formas. Algunas organizaciones están más preocupadas de lo que sucede “arriba”, allá en las esferas del poder burgués, que se olvidan de lo que sucede “abajo”, ahí donde residen el poder popular que sigue muy desorganizado.

     Hay quienes, entre su desesperación o en su falta de conocimiento político, van y marchan con los partidos políticos burgueses y electoreros que supuestamente defienden a Pemex pero que en la práctica hemos visto cómo un día se dan baños de pueblo y al día siguiente no les tiembla la mano para saludar a quienes chingan al pueblo. Dicen que esto es ser “de la izquierda moderna”, pero para mí su pragmatismo raya en el cinismo y en lo sinvergüenza.

     Si dejar los principios políticos, que son la base de cualquier organización política (en nuestro caso el Marxismo – Leninismo), es requisito para entrar en el club de “la izquierda moderna” es preferible ni si quiera irles a preguntar por las “membresías” que salen muy caras.

     La burguesía ya lo ha dejado claro, va por todo sin importar que el pueblo trabajador sufra las consecuencias.

     Para muchos nuestra paciencia “histórica” se ha terminado y no queremos perder nuestro tiempo.

     Queremos un México democrático y la democracia llegara con el Socialismo.

     Queremos un México donde prevalezca la justicia social y la justicia social llegara con el Socialismo.

     Queremos un México independiente y soberano y la independencia y soberanía solo llegara con el Socialismo.

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