Por Iván Alonso Cuevas
¿Qué le darías a leer a un joven que quiere prepararse para ser comunista?
Esta es una de esas preguntas recurrentes que uno se hace en su andar por la lucha. Y uno se pregunta qué lectura podrá hacer al camarada amar la justicia, cuál lo podrá hacer amar a su patria, cuál amar a la humanidad, cuál comprender el marxismo.
Ahondando sobre este problema he llegado a pensar que, para empezar, una sola lectura no es tan determinante en la vida, sino que es el contexto de la vida misma, incluidas también otras lecturas, lo que hace a una lectura significativa.
Yo no le daría a un camarada que está comenzando a conocer nuestras ideas una lectura para que conozca el marxismo como doctrina filosófica, política o económica, sino una para que conozca sus valores. La teoría marxista es muy poderosa; posee un poder explicativo difícil de dimensionar y, en un espíritu débil, puede llevar a la soberbia. Yo, sin titubear, le daría a un camarada que busca comprender nuestras ideas el Canek, de Ermilo Abreu Gómez.
Canek no habla de materialismo dialéctico, ni del desarrollo histórico de los modos de producción, ni de economía. Habla de cosas primitivas en el desarrollo de nuestra evolución espiritual, de ideas sencillas de entender para el que ha padecido la injusticia o para el que se duele con el dolor tan aparentemente irreparable del género humano entero. Habla de justicia, dignidad, amor, empatía. Muestra, y eso es lo más importante, muestra los anhelos y el sentir de las gentes cuando notan que se les ha arrebatado algo amado, cuando echan de menos una parte de su humanidad que se les ha querido extirpar. Señala los instrumentos de la comprensión entre seres humanos: el respeto, la ternura, las palabras que resuenan como venidas de un tiempo antiquísimo cargadas de significados antiguos y siempre renovados. Este libro da voz no sólo a los que por siglos no han sido escuchados, sino a lo que por siglos no ha sido escuchado.
El que sabe encontrar hallará en esta lectura nuestra grandeza silenciada, aquella que no mueve a soberbia sino, por el contrario, a respetar la vida y lo humano no sólo por reflejarse él mismo en ello, sino sencillamente por ser lo que es, porque para el que comprende las personas y los seres vivos con que cotidianamente convive son de por sí un milagro; para el que comprende no hay fealdad, la belleza lo adorna todo, incluso el sufrimiento. No hay maldad, sino espíritus mediocres que no saben amar y gozar de la belleza. No hay destino trágico, sino situaciones adversas que permiten revelarse a la grandeza que se encuentra ya dormida, ya deseosa por salir en cada hombre y mujer que participan de esta oportunidad para la felicidad que es la vida.
Nuestra posición política de ruptura tiene como principal ingrediente la dignidad. Para quienes pudieron vislumbrarla en el taller, en la fábrica, en el surco, será muy fácil el hacer suyo este hermoso libro.
¿Qué más le darías a leer?
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