Por Susana
CJB Simón Bolívar
Tomado de El Libertador #4
La finalidad del Estado debe ser promover el bien común de la sociedad y de todos y cada uno de sus integrantes. El Estado tiene la obligación de proporcionar a sus gobernados todo lo necesario para que estos puedan desarrollarse plenamente. Educación científica, trabajo digno, libertad, vivienda, alimentación, espacios y tiempo de recreación, seguridad, libertad de expresión y salud son algunas de las necesidades que el Estado tiene la obligación de satisfacer. La carencia de uno o varios de estos derechos sólo refleja la incompetencia de nuestros gobernantes o la indiferencia hacia el malestar de su sociedad.
Sé que todos estos elementos son importantes en la vida del ser humano, pero quiero referirme específicamente a la salud. La salud es un aspecto fundamental en nuestro desarrollo, es obvio que sin ésta difícilmente un ciudadano puede ser funcional, pues el estado de decaimiento tanto físico como psíquico que provoca la enfermedad impide el pleno desenvolvimiento del individuo. Sin embargo, la salud no es importante solo para el desarrollo individual, sino que para la sociedad también es necesaria, me refiero a que la enfermedad afecta tanto al enfermo como a los familiares, amigos, compañeros de trabajo y demás círculos en los que interactúa el enfermo. Se pueden presentar depresión, disfuncionalidad, ansiedad, inseguridad y demás trastornos que afectan el óptimo funcionamiento de estos círculos sociales. Estos trastornos también se pueden presentar a niveles más grandes cuando una enfermedad afecta a gran parte de la población, como las provocadas por las grandes industrias como la minería. Esto se traduce en una sociedad enferma. La salud es entonces, uno de los objetivos principales del Estado.
En un intento por cumplir con esta responsabilidad se funda el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en el año de 1943 bajo el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Bajo una relación tripartita (gobierno, trabajador y empleador) el IMSS pretende garantizar el acceso a la salud a la población mexicana quedando algunos huecos como el de los trabajadores que no están bajo una relación obrero-patronal, ya sea porque trabajan por su cuenta o el patrón no respeta su derecho a la seguridad social. Para estos casos se crea bajo el gobierno de Vicente Fox el llamado Seguro Popular, que sigue siendo insuficiente pues cubre un número limitado de padecimientos.
A 71 años de su fundación se esperaría que el IMSS se hubiese convertido en una institución fuerte, innovadora y que siguiera siendo ejemplo de la seguridad social en América como lo fue desde su nacimiento, sin embargo, un breve paseo por cualquier Unidad Médica Familiar nos expone la realidad: instalaciones en mal estado, insuficiencia de personal médico, largas filas para realizar un trámite, falta de medicamento, mal trato, citas muy espaciadas por falta de “espacio” y falta de equipo y tecnología médica. En lugar de percibir un desarrollo y fortalecimiento, nos percatamos del retroceso y decadencia que está sufriendo la institución.
Uno de los signos de convalecencia del IMSS son las erogaciones. Ante la supuesta carencia de tecnología de punta y personal para la atención de los derechohabientes se contratan los servicios de empresas privadas. A este proceso se le conoce como subrogación. Cada año el IMSS gasta millones de pesos para cubrir servicios subrogados a particulares. En 2006, la dependencia pagó más de 9.6 mil millones de pesos, según datos de la Auditoria Superior de la Federación (ASF).
Pero ¿quién considera que es más rentable contratar los servicios a empresas privadas, que adquirir los equipos y contratar personal capacitado para manejarlo? Obviamente lo que se encuentra por detrás son los beneficios económicos que se obtienen de estas subrogaciones. La ASF reporta irregularidades en la contratación de estos servicios a empresas privadas como son el incremento de los costos reales (el IMSS paga más que un particular por el mismo servicio), exceso de expedición de recetas por medicamentos con los que sí cuenta el seguro y subrogación por servicios no necesarios (servicios que el IMSS si puede otorgar y que sin embargo se contrata a empresas privadas). Además de que gran parte de los dueños de hospitales, laboratorios y de las clínicas contratadas son propiedad de familiares de funcionarios públicos. Esta situación está llevando a la institución a un desgaste financiero que en un momento será imposible sostener, y bajo este pretexto se promoverá la participación del sector privado como hemos visto en el caso de PEMEX.
La salud en México se está convirtiendo en un negocio rentable. Es lamentable, pero en nuestro país es un fenómeno totalmente normal; es una de las consecuencias del desarrollo del sistema neoliberal. El desarrollo capitalista en México es el que nos está llevando poco a poco a la transferencia de las funciones del Estado a manos de las industrias privadas y limitando sus funciones, como proponía Adam Smith, a dejar que todo funcione bajo las reglas de la oferta y la demanda. Es entonces cuando la salud deja de ser un objetivo del Estado en beneficio del individuo y de la sociedad para pasar a ser un negocio productivo en pro de los dueños de las farmacéuticas, hospitales, laboratorios, etc.
Nos volveremos mercancías, nos enfermarán para crear demanda de “cura”, lucrarán con nuestra salud al igual que lo hacen ya con nuestra necesidad de energía, de alimentación o de vivienda entre otras. Este es nuestro destino dentro de un Estado capitalista. Aunque las teorías proponen que las leyes naturales del mercado lograrán el equilibrio y garantizarán la calidad de los servicios, bien nos damos cuenta que no es así; los monopolios se imponen y son solo unas pocas manos las que se enriquecen a costa del trabajo de otros, ofreciéndonos lo que hay a los precios que ellos imponen. La idea del Estado como vigilante de la competencia entre capitalistas es absurda, vemos a diario cómo nuestros gobernantes se corrompen ante las grandes empresas, cuántos no están al servicio de la gran burguesía nacional e internacional. Es igual de absurdo pensar que un sistema basado en la acumulación, el enriquecimiento, el control y la explotación, velará por el bienestar humano.
Necesitamos una nueva forma de organización económica que ponga el progreso, la investigación científica, el avance tecnológico al servicio de todos los ciudadanos y no para el enriquecimiento de unos cuantos. Necesitamos una nueva forma de organización política en donde el Estado vele por el bienestar de todos, que cubra todas las necesidades de su pueblo y que sea el pueblo mismo el que dirija ese Estado, pues quién mejor que él para saber lo que necesita. Necesitamos una nueva forma de organización social, en donde dejemos de ser vistos como mercancías o instrumentos de enriquecimiento y volvamos a ser seres humanos ocupados en nuestro desarrollo y felicidad; esto es justo lo que propone el socialismo.
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