CJB Libertad Roja

Cuando la gente escuche que un puñado de comunistas nos reunimos en el bosque, tal vez prenda sus focos de alarma y piense en aquellos grupos clandestinos que en los años 70 u 80 se ocultaban entre las sombras y bajo el cobijo de la madre naturaleza se formaban en el manejo de las armas, para tomar sus sueños por asalto. No podrían estar más equivocados, no denostamos la lucha armada ni la descartamos, pero nuestros motivos fueron otros, quizás un poco menos peligrosos, pero de igual o mayor importancia.

El bosque de La Primavera, en el estado de Jalisco, fue testigo del Sexto Encuentro Nacional de la Juventud Comunista de México, evento en el cuál militantes de todo el país nos congregamos para compartir experiencias sobre nuestra lucha diaria, intercambiar opiniones acerca del quehacer revolucionario y, mediante la crítica y discusión de ideas, mejorar nuestros métodos para lograr la transformación del país y del mundo.

 

No faltará quien se atreva a decir que nuestro encuentro fue solo un pretexto para salir de vacaciones, nuestros pies destrozados y el dolor de espalda adquirido por mal dormir 4 días sobre el suelo los desmienten. Pero a pesar de las vicisitudes del clima, la inconsistencia del terreno y todos los problemas que trae consigo el alejarse de modernidad y ser uno con la naturaleza, lo disfrutamos y volveríamos a hacerlo de nuevo.

Siguiendo cabalmente nuestros ideales, esos días nos convertimos en una comunidad, un conjunto de individuos que se repartía las tareas y prestaba solidaridad, no importo que algunos no llevaran tienda de campaña para dormir, o que a otros desafortunados se les mojara, fueron problemas que se solucionaron en colectivo, algo similar ocurrió con las chamarras, las colchas y otros aditamentos necesarios para hacer más llevadera la estancia en ese lugar.

Se crearon cuadrillas para apoyar en la preparación de los alimentos, la vigilancia nocturna y la reforestación del bosque. Nadie rehuyó al trabajo, desde nuestro secretario general hasta los miembros de otras organizaciones que solo iban de invitados, y no tenían esa responsabilidad, todos trabajamos por igual y afrontamos las mismas condiciones.    

Antes de si quiera pensar en una revolución armada se debe pensar en una revolución de conciencias, pues de nada sirve protestar contra el mal gobierno si no se sabe que rumbo tomar, hacía donde ir o que sociedad queremos construir. Los comunistas pretendemos lograr un mundo donde quepan todos los mundos, donde no exista la explotación del hombre por el hombre y donde todos los seres humanos tengan el acceso a las mismas oportunidades.

Sepa la gente del país y del mundo, los comunistas no hemos desaparecido, seguimos aquí luchando por un mundo mejor. Nos estamos organizando para ser la punta de lanza de la revolución que destruirá de raíz este sistema, pues los males de nuestra sociedad no se solucionaran con reformas o concesiones de la burguesía, sino con la aniquilación completa del capitalismo.

Podrán decir lo que quieran, podrán incluso amedrentarnos o en el peor de los casos acabar con la vida de alguno de nosotros. Podrán cortar todas las flores, pero el compromiso que adquirimos en La Primavera, el de trabajar juntos y luchar contra el capitalismo donde quiera que se encuentre, nunca podrá ser destruido

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