En la Juventud Comunista de México apoyamos esta causa como hemos apoyado cada causa justa desde nuestra fundación. Pero esta vez es nuestra causa más alta la que vemos agredida, esta vez son compañeros y hermanos en la lucha los que sufren, camaradas integrantes como muchos de nuestros compañeros, de la combativa Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (La FECSM, para quien no la conozca), educados en el pensamiento marxista y leninista como nosotros, rojos pues, a mucha honra.
O sea, de los que pensamos que un cambio de amo no nos hace menos esclavos; de los que no vemos en presidentes, gobernadores o similares parásitos, sino marionetas oportunistas movidas por manos más grandes; de los que creemos que un cambio de fondo es lo único que puede salvarnos. Un cambio de sistema. Y que el único capaz de hacer ese cambio es el pueblo.
De los que con profundo dolor, pero también con coraje guerrero, vemos que México está enfermo y herido de muerte, no desde hace un par de meses, sino desde hace décadas. Desde que el poder político se arrodilló ante el poder del dinero y comenzó a vender la patria y la vida. Porque en este sistema que se llama capitalismo, en esta fase de destrucción desbocada que se llama neoliberalismo, todo puede venderse y comprarse. El fin último es la ganancia y no hay nada que no pueda hacerse para obtener más.
En este sistema el que manda es el dinero. Los partidos políticos y el Estado en general obedecen a ese solo amo: el gran capital, o sea los grandes monopolios, los grandes consorcios, las trasnacionales, los bancos y claro, en México, también los grandes narcotraficantes. En resumen, los pocos dueños de la riqueza que todos generamos.
En aras de que esos pocos ricos sigan siendo cada vez más ricos, todo está permitido. Aumentar la canasta básica, la vivienda y el transporte mientras nos pagan salarios de hambre; envenenar nuestro aire, nuestra agua y nuestra tierra mientras tenemos cada vez menos acceso a la salud; hipotecar el futuro para que algunos saqueen hasta agotar los recursos naturales que son de todos; despilfarrar en apoyos a las grandes empresas mientras la educación se vuelve un lujo; dejarnos a nuestra suerte en medio de una falsa guerra en la que todos los poderosos tienen intereses… y claro, golpearnos, encarcelarnos, amedrentarnos cuando nos resistimos, intentar detenernos en cualquier intento de cambio, para que todo siga así.
Los sacerdotes de ese gran dios llamado capital están dispuestos a entregarnos en sacrificio a los millones que somos, para seguir hinchando las barrigas de los que nunca se sacian.
Todo esto hemos visto por años y años, y quienes pensamos que sólo en el socialismo otro mundo es posible, quienes pugnamos por un sistema en el que importen la vida y el bienestar general por encima de cualquier interés particular, no estamos dispuestos a quedarnos de brazos cruzados.
Pero también por años y años, hemos visto como esta chispa de indignación se enciende de forma temporal y luego vuelve a apagarse, como si la resignación, la desesperanza y el miedo regresaran a sus casas a quienes salen a las calles.
Por eso llamamos a no perder esta llama. La esperanza está en la unidad y en la organización. Otro país muy distinto es posible si lo construimos juntos desde abajo. Es una gran tarea, es una misión titánica, pero no creemos que haya otra que valga más la pena, que acabar de una vez por todas con tanta tiranía y procurarnos un México justo donde quepamos todos, pero en paz y con bienestar.
Se necesita que la política deje de ser asunto de los políticos y vuelva a ser asunto del pueblo. Se necesita que las decisiones volvamos a tomarlas los que sufrimos sus consecuencias. Se necesita organización. Organización en las escuelas, en las colonias, en los centros de trabajo, en todas las esferas y causas comunes. Se necesita también que estemos mejor informados y mejor educados, se necesitan más escuelas y claro, también más normales rurales como se ha pedido siempre desde Ayotzinapa, normales rurales para todo el país!!!!, una normal rural para Nuevo León!!!.
Es tiempo de construir otro camino, porque el que estamos siguiendo nos lleva a un barranco. Pero lo cierto es que se necesita la participación de todos. Triunfaremos solo el día que cada quien se una a una trinchera y se aferre a defenderla. Nosotros, desde la nuestra, la Juventud Comunista de México, les decimos: Encuentren la suya, comprométanse con ella y no la abandonen hasta que la realidad sea esa con la que han soñado… Y hasta la victoria, siempre!
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