Hace ya décadas, a principios de los años ochenta, con la entrada del modelo económico neoliberal en México y las políticas impuestas por el gobierno en turno en nuestro país, se han convertido en acciones agresivas, represivas, regresivas y de persecución contra de los derechos de los trabajadores y los intereses de la nación. Atentando constantemente contra los logros y garantías que alcanzadas mediante la Revolución Mexicana llegaron al grado de derecho constitucional.
Consumados en nuestra constitución política, el derecho al trabajo digno y bien remunerado, a la seguridad social, a una educación laica, pública y gratuita, tener independencia política y económica de los demás estados nación, así como total control de nuestros recursos naturales, fue el eje rector de una carta magna que por sus principios sólidos y humanos fue elevada para su época, rigiendo y tutelando entonces los intereses de la clase trabajadora mexicana.
Las pasadas reformas estructurales aprobadas por los partidos políticos y presentadas desde el ejecutivo, diseñadas por el Fondo Monetario Internacional ( FMI ) y el Banco de Mundial (BM ) han desmantelado la nación y con ella despojado a los trabajadores y al Estado de sus intereses como clase, convirtiendo la constitución en una carta llena de consignas, pero que en realidad es un contrato que protege, tutela y defiende los intereses de las grandes empresas filiales de una política basada y construida desde la explotación, el despojo, el desprecio, la represión, el hambre y la muerte.
La política laboral dirigida desde el estado, hoy en día solamente ofrece para los trabajadores y sus hijos explotación y humillación de estos mismos por sobre otros, marginación social y la envestida sistemática y progresiva de la persecución contra los sindicatos democráticos, así como también aquellos sindicatos alineados con el sistema. Se sabe que antes se perseguía al sindicato democrático, hasta corromperlo o comprarlo, ahora no importa si este es a fin al estado o no.
La política diseñada desde las grandes Multinacionales y ejecutada desde la Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STPS) con la anuencia del Estado, es por sobre todo el desmantelamiento de los sindicatos sin importar su color, origen, sector o rama de la producción, destruir cada bastión de trabajadores organizados, de obreros e incluso hasta la persecución y encarcelamiento de sus líderes obreros, refleja el desprecio de las clases poderosas hacia la base económica del país, que es el pueblo general.
Los instrumentos de defensa de las clases populares han cedido ante los caprichos, pretensiones e intereses de los dueños del dinero. Parte de estos instrumentos de las clases populares llamados sindicatos, han pasado con el tiempo a legitimar y sistematizar los abusos de los poderosos, en su desmedido afán por enriquecerse hasta la inmoralidad y el absurdo, sin importarles la precaria situación y el empeoramiento paulatino de las masas trabajadoras verdaderos creadores de la riqueza.
El Sindicato de Trabajadores de la Educación es un clarísimo ejemplo. Desde su dirigencia, pasando por su estructura se preocupan permanentemente en trabajar por complacer a detalle a las autoridades educativas, este beneficio faccioso solamente se ve reflejado para algunos cuantos, en detrimento de las mayorías, van dejando los derechos de las y los maestros en el olvido, sin importar que con esta práctica se sacrifiquen y mutilen los verdaderos intereses de una organización sindical.
La prostitución y el desapego de los líderes sindicales con su base social, no es más que el reflejo de la falta de una verdadera conciencia de trabajador y falta de sentido de pertenencia con el gremio que dicen representar; las cuantiosas regalías con las cuales el estado los soborna y compra, los han hecho olvidar por que tienen representados, asumiendo la falsa idea de que ellos son parte de la clase patronal, consumando con esto el antisindical principio de creer, que sus agremiados les deben reverencia y obediencia. Cuando por principio los representantes deben obedecer las demandas de sus representados.
Esta práctica enquistada en los mas disimiles niveles del sindicalismo, ha desquebrajado y corrompido el instrumento de lucha y defensa de los trabajadores en la protección de su contrato colectivo, así como sus demandas económicas, políticas y sociales dentro de la “lucha de clases”. El objetivo central de las últimas tres décadas del gobierno federal, es el acabar con todas las formas de organización popular y obrera; sin distinción, como lo hicieron con sindicatos democráticos y clasistas como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), continuando después con los que incluso han sido protegidos y consentidos como el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la Republica Mexicana (STPRM) que hoy en día, sin importar su inmunidad como gremio, sufrieron una envestida por la revisión de su contrato colectivo en materia de jubilaciones y pensiones. En fin al neoliberalismo, no le benefician los sindicatos en nada, no importa su filiación política, si están coludidos con ellos o no, representan en todo momento un germen contrario a sus intereses.
La falta de cuadros políticos con principios firmes, con el objetivo de contribuir al progreso social, que les permita entender con una clara visión las reformas implementadas por el mal gobierno y actuar eficientemente en defensa de los derechos de los trabajadores, sin importar el escalafón donde se encuentre, reivindicando en todo momento su estatus social y económico, es uno de los mayores problemas de nuestra organización.
El SNTE ha caído en las dinámicas que se proponen desde las grandes cúpulas, prácticas políticas que rompen con la unidad, que desprotegen a los sindicalizados, que imponen políticas privatizadoras, aquellas que anteponen los intereses económicos y políticos de sus dirigentes y asociados por sobre los derechos de todo el magisterio, por eso es tan necesario reestructurar el sindicato y devolver el rumbo de este a sus agremiados.
Con la llegada de la reforma laboral, impuesta en el sexenio del Ex Presidente Felipe Calderón y con la aprobación de la reforma educativa por Enrique Peña Nieto, se han atacado fragante mente los intereses magisteriales, aunque la dirigencia nacional del SNTE cínicamente manifieste que nos ha defendido, como queriendo desmentir la realidad que vivimos día con día.
En el caso del Magisterio se han violentado todos los derechos adquiridos en nuestro contrato colectivo, premisas que emanaban del Art. 123 han sido violadas sistemáticamente, pisoteado nuestra memoria histórica, recurriendo con esto a una política de oídos sordos a las demandas que nacen en el interior de la organización, pues no se olvide, que el sindicato lo conformamos todos los trabajadores de la educación.
Lejos de apoyar estas demandas nuestra sección del SNTE a jugado el desleal papel de hostigar, perseguir y amedrentar como una extensión del gobierno federal a quienes se atreven a alzar la voz y protestar, y no como el instrumento de clase que debiera ser.
Basta con recordar los movimientos magisteriales pasados, en la etapa de aprobación de la Ley General del Servicio y Profesional Docente, en donde una gran fracción de profesores manifestó su repudio e inconformidad por las claras y graves consecuencias que nos afectarían, y nuestra dirigencia solo tuvo la inaceptable y artera practica de amedrentar a las y los compañeros tomándoles fotos en la marchas y persiguiéndolos para buscar una forma de castigarlos por sus actos.
Las famosas juntas de información (en donde nos restregaron los 90 días de aguinaldo, ganancia de una de las hazañas del verdadero sindicalismo, que ahora seguramente estarán sujetos al gravado de impuesto), solo sirvieron para decirnos que no se podía hacer nada, que lo peor que podíamos hacer era protestar y que la única oportunidad que nos quedaba era que la Dirigencia Nacional negociara con las autoridades. Como si nuestros derechos fueran mercancía para regatear. Ello demuestra para quién verdaderamente sirve nuestra organización sindical.
A inicios del año en curso, volvieron a demostrar el compromiso que tienen con sus verdaderos dueños, ocupado un papel de apaga fuegos del gobierno, ante las demandas económicas de sus agremiados, abandonándolos en el paro general de labores y acusándolos de grillos revoltosos. Lo peor fue cuando aparecieron las autoridades sindicales ante los medios de comunicación, en un acto de adoración al ejecutivo del estado, reconociéndole por haber actuado dignamente por nosotros los maestros, como si su negligencia al pagar los salarios, fuera digna de alabanza.
Ante las injusticias y abusos es necesario tomar determinaciones sensatas y acertadas. Aunque aparentemente el futuro de nuestra organización sindical sea oscuro en donde se nos prohíba luchar por nuestros derechos laborales en donde ya no exista sindicato y pasemos a ser trabajadores desechables; existe una posibilidad de poder rescatar al SNTE y hacer valer nuestras garantías como agremiados que somos. La única manera de replantear el destino de nuestro sindicato es la acción consciente y firme de todas las y los trabajadores de la educación.
Hoy tenemos la capacidad de tomar el cielo por asalto y entregar el mando democráticamente al magisterio. Nuestros representantes deberán ser los compañeros más abnegados, entregados, preparado y con una enorme firmeza en sus principios; que sobrepongan a todo, el bienestar del gremio. El día de hoy se nos presenta el único momento democrático con que contamos en nuestra organización sindical, por lo tanto no debemos tomar decisiones equivocadas o que representen a los grupos de poder de siempre.
Tenemos una deuda con aquellos grandes que dieron su vida luchando por los derechos sindicales; los mártires de Cananea y Río Blanco, los hermanos Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano que organizo y detonó la insurrección armada de 1910, hombres y mujeres que en miles de movilizaciones han defendido sus intereses como trabajadores y como clase, a la educación gratuita y laica junto a la nación mexicana, entre otros líderes sindicales que sin importar trinchera luchan por construir un país democrático e independiente. Queremos que llegue el día en que el SNTE, como una organización decidida, unida y fuerte, pueda decirles firmemente a ellos y ellas, tres cosas; no nos rendiremos, no nos venderemos y no claudicaremos.
El camino de la victoria no será por medio de las reformas, si no por medio de la unidad, de la acción y la revolución.
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