Por Julián Torres
Septiembre 5, Aguascalientes, Aguascalientes.- Avanza elaboración de murales por los normalistas de Ayotzinapa en la colonia Los Pericos, en la ciudad de Aguascalientes.
En el trabajo de realización de este mural –el primero de los que se tienen previstos–, participan niñas y niños vecinos de esta colonia, así como la propietaria de la barda en la que se está plasmando la primera de estas pinturas monumentales.
Antes y durante las labores de pintura, compañeros de la Juventud Comunista de México dialogan con l@s pequeñ@s sobre lo que representa el mural, a casi un año de los aberrantes hechos del 26 y 27 de septiembre del año 2014, en los cuales resultaron muertos tres jóvenes normalistas, 10 heridos y 43 desaparecidos, en un operativo con implicación de policías municipales, estatales y federales, así como fuerzas castrenses, que a todas luces deja rastro de haber sido orquestado como parte de la Guerra Sucia y de exterminio contra los de abajo que vive el pueblo mexicano desde hace años a manos de los intereses de la Hidra Capitalista, regenteados en el país por los distintos gobiernos surgidos del fraude, el asesinato, y la imposición de los que arriba mandan, sin distinción de color, nombre ni “bandera” que ostenten para intentar engañar a la gente.
Niñas y niños y adultos participan, sin saber mucho del tema y en ocasiones desconociendo el hecho por completo, pero que al momento de platicar, lo entienden y lo sienten claro como una injusticia.
Injusticia como las que viven a diario, como la violencia del narcotráfico, junto a otros tipos de violencia que hacen su día a día una cuestión de supervivencia, supervivencia que cuestiona por completo la festejada “Civilización” del capital, construida sobre un progreso que nunca llega para todos, o ese “progreso” que cuando llega, despoja, reprime, desprecia y explota.
Pintar un mural sobre la masacre de Ayotzinapa no nos ayudará a cambiar el mundo, mucho menos una colonia como Los Pericos, pero siembra semillas de reflexión en niñas y niños, en adultos, jóvenes y ancianos, que pudieran ser, por qué no, esa planta que en esta colonia popular –donde se vive con todos sus matices la marca que en todo lugar deja a su paso este sistema–, el fruto preciado de la vida sin explotación de un ser humano sobre otro ser humano.
Y de paso, formarnos no sólo como militantes cercanos al pueblo, si no como parte de Él.
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