La mañana más calurosa para una manifestación de primero de mayo que nos ha tocado experimentar. Algo más resaltaba, nos cambiaron los planes, nos las pusieron fácil los charros sindicales a quienes Duarte les dijo “quietos”, sabían lo que les esperaba si hacia el desfile oficial, como el año anterior saldrían corriendo del templete antes de la llegada de los no alineados, de los trabajadores inconformes que a base de golpes han aprendido cual es el papel de los patrones y del estado.
No obstante la cancelación del desfile oficial, cientos de trabajadores alineados, portando sus uniformes con la imagen de Héctor Yunes, se aglutinaron en el punto de partida de nuestra marcha, algunos charros pensaban intimidarnos con sus paleros, con sus camionetas dignas de un narcotraficante, pero no pudieron, y es que las consignas de la clase trabajadora retumbaron por la ciudad. Una marcha combativa pero que logró atraer a los que obligados por sus sindicatos charros tuvieron que llegar a la Plaza Regina Martínez (no la volveremos a llamar Plaza Lerdo).
Llegaron las organizaciones sociales, el magisterio disidente, los ambulantes (eternamente acosados por la policía y los comerciantes “de bien” en el centro de la ciudad) grupos estudiantiles y académicos y por supuesto la Juventud Comunista de México, logramos llegar a buen puerto, a los trabajadores que buscan la razón de la pauperización de su trabajo, del saqueo del que son presa, de la violencia que les quita el sueño.
Así un primero de mayo más, un día más en la lucha popular que la Juventud Comunista de México y todo el pueblo organizado hemos emprendido. Una lucha en la que sabemos quién es el enemigo, una lucha que hemos comprendido no se ganará por medios electorales, no se ganará por la buena voluntad de los gobernantes, sino con la organización de las masas trabajadoras, con conciencia de clase y en busca del socialismo, porque solo en él otro mundo es posible. 
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