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La propuesta del Congreso Nacional Indígena y del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional de impulsar a una candidata indígena para las elecciones presidenciales de 2018 tomó a políticos e intelectuales por sorpresa. Muchas han sido las voces que han discrepado con tal propuesta, desde la política tradicional corporativista representada por el Partido Revolucionario Institucional, el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, hasta los representantes de un supuesto sector de izquierda progresista, tal como el Movimiento de Regeneración Nacional. De los muchos argumentos que se han barajado para pretender refutar la eventual candidatura, el principal de ellos ha sido: “El EZLN ha mostrado un desprecio por la política institucional, por ende, es contradictorio que ahora aspiren a la presidencia”.

Si bien es cierto que el EZLN es uno de los actores más críticos dentro de la política mexicana, sus análisis no se han enfocado únicamente hacia otros actores del campo político y social, sino que ellos dentro de su estructura, se encuentran en un proceso constante de análisis, debate y critica. Muestra de esto es la decisión de hacer a un lado la lucha armada para dar prioridad a una lucha política fuertemente fundamentada en la discusión y decisión llevada a cabo por su base social, algo inaudito tratándose de una organización armada cuyo objetivo en ese momento era la toma del poder mediante una revolución violenta.

La toma del poder no se limita al asumir un cargo administrativo dentro de las instituciones estatales, sino al ejercicio de una acción que se propone la transformación del orden social existente. Y en esto, el Zapatismo a lo largo de la historia se ha caracterizado por eso, por llevar un ideario que desde su origen se ha preocupado por establecer las condiciones favorables para la transformación de la sociedad, por los medios que sean necesarios, para garantizar que los sectores más oprimidos puedan aspirar a otra forma de vida.

 

 

Con la irrupción del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el primero de enero de 1994, académicos e intelectuales rápidamente comenzaron a estudiar y tratar de definir la naturaleza de este grupo guerrillero que tomó como principal consigna la reivindicación del mundo indígena frente a una nación que los había olvidado y despreciado desde tiempos tan ancestrales como el de la colonia.

El mundo académico y periodístico ha barajado varias interpretaciones sobre el movimiento zapatista, algunas van desde las versiones oficiales donde el EZLN era producto tanto del movimiento guerrillero surgido en la década de los 70’s como de secretas y oscuras conspiraciones encabezadas por Cuba con ayuda de guerrilleros Nicaragüenses y Guatemaltecos (Véase La rebelión de las Cañadas de Carlos Tello Díaz) .Otras versiones tratan a la rebelión como un acto desesperado de los indígenas ante problemas exclusivamente regionales, otras como una revelación casi metafísica aparecida en la selva chiapaneca con el objetivo de educar al resto de la humanidad, y que algunos insisten en llamar Neozapatismo, dadas sus características de darle prioridad a la educación, organización y comunicación, antes que a la confrontación militar.

Lo cierto es que para entender al zapatismo hay que remontarse a quien le otorga su nombre, Emiliano Zapata y a la lucha que el Ejercito Libertador del Sur llevo a cabo durante la revolución mexicana, pues la rebelión iniciada en 1994 responde a un larga continuidad histórica de diversas luchas llevadas a cabo a lo largo del país, y a un pensamiento surgido de los sectores históricamente oprimidos y que ha evolucionado y amalgamado con otras ideologías a lo largo del tiempo sin perder su esencia original frente a reto de la modernidad.

El Zapatismo nace originalmente más como una reacción de resistencia ante un orden social de absoluta opresión y explotación, que como una construcción filosófica e ideológica. Si bien es importante la influencia del anarquismo, en particular la influencia de los hermanos Flores Magón, Zapata es en definición, un hombre rebelde, un hombre que dijo “no” y que el proceso de la revolución mexicana lo hizo crecer junto con la rebelión que encabezaba.

El esclavo, en el instante en que rechaza la orden humillante de su superior, rechaza al mismo tiempo el estado de esclavo. El movimiento de rebelión lo lleva más allá de donde estaba en la simple negación. Inclusive rebasa el límite que fijaba con su adversario, y ahora pide que se le trate como igual. Lo que era al principio una resistencia irreductible del hombre, se convierte en el hombre entero que se identifica con ella y se resume en ella.” (Camus, 2015, P.29)

La lucha de zapata por la restitución de las tierras comunales que les habían sido arrebatadas por las leyes de reforma dictadas por Juárez inicia mediante la lucha legal y pacífica, pero la alianza del Porfiriato con los terratenientes impide mediante la violencia la organización campesina. Zapata se ve obligado varias veces a huir del ejército y la idea de la rebelión armada comienza a ganar fuerza para él.

Cuando Madero proclama el plan de San Luis, Zapata ve la oportunidad para ayudar a derrocar a Díaz y colocar en la agenda del nuevo gobierno la cuestión agraria. Sin embargo, al llegar Madero a la presidencia se le daría continuidad al poder de los latifundistas y terratenientes. Zapata decide dar continuidad a la lucha armada hasta que el gobierno fuera derrocado y se estableciera un gobierno que resolviera las necesidades de las clases más pobres del país.

El plan de Ayala nace como una respuesta popular ante la continuidad de las políticas porfiristas emprendidas por Madero. El plan llama a la declaración de guerra contra el gobierno mexicano, propondría la expropiación de las tierras y bienes de los caciques y terratenientes, así como de todos los aliados del régimen, que la riqueza fuera distribuida a los más pobres y las tierras entregadas a los campesinos. Así también, el Ejercito Libertador del Sur se encargaría de crear las condiciones necesarias para el establecimiento de un gobierno democrático,

Los ideales de Zapata, si bien podrían parecer básicos, son producto de una construcción constante forjada durante el desarrollo de la rebelión. En Zapata primero se observa a un personaje que sigue la legalidad existente en su momento y que a la rebelión armada solo la ve como un instrumento para hacer respetar la ley, pero el desarrollo del conflicto, así como el contacto con otras tradiciones ideológicas ajenas al liberalismo de la época, como el anarquismo y en las últimas etapas de su vida, el socialismo, llevan a Zapata a cuestionar el orden social existente, haciéndolo comprender que las reivindicaciones por las que el lucha no podrán llevarse a cabo en el régimen actual, y que es necesario destruirlo para dar paso a un orden social más justo.

El asesinato de Zapata y la posterior criminalización de su imagen a cargo del gobierno constitucionalista pretendieron dar por terminado el proceso de rebeldía iniciado por él, pero debido a la continuidad de los problemas que originaron la rebelión zapatista, sería cuestión de tiempo para que otros actores retomaran la lucha iniciada por Zapata.

Rubén Jaramillo, teniente zapatista del Ejército Libertador del Sur, se convertiría después de la guerra en un importante líder agrario del estado de Morelos. A raíz del inicio del desmantelamiento del campo mexicano iniciado por Miguel Alemán, Jaramillo decide hacer un llamado a los campesinos morelenses a volver a tomar la bandera dejada por Emiliano Zapata y retomar la lucha por su derecho a la tierra. La lucha empieza mediante cooperativas y organizaciones independientes que posteriormente derivaría en la fundación del Partido Agrario Obrero Morelense (PAOM), quienes competirían en las elecciones para gobernador, sin embargo, como sigue siendo usual hasta la actualidad, el partido en el poder gana las elecciones mediante el fraude. Posteriormente la persecución del gobierno federal orillaría a Jaramillo a levantarse en armas junto con otros compañeros veteranos zapatistas.

Jaramillo no solo rescataría íntegramente las ideas impresas en el Plan de Ayala, sino que el mismo llevaría un proceso ideológico bastante interesante, mezclando los ideales revolucionarios Zapatistas, la teoría marxista – leninista y algunos principios éticos y morales propios del Metodismo (Jaramillo antes del movimiento armado se desempeñaba como pastor de una iglesia metodista), logrando condensar todas estas ideas en el Plan de Cerro Prieto.

En este plan, Jaramillo actualizara lo planteado en el Plan de Ayala a la nueva época, reivindicando no solo al mundo agrario, sino también a la clase obrera y profesionista, buscando eliminar las barreras que dividen al campo de la ciudad y dando un sentido de comunidad más cercano al socialismo que a la idiosincrasia tradicional de los pueblos campesinos e indígenas que representaba Zapata.

Jaramillo coincidiría en muchos aspectos con el también revolucionario nicaragüense Cesar Augusto Sandino, quien casualmente en algunas ocasiones llegó a reivindicar a la imagen y memoria de Zapata como ejemplo de las luchas populares en américa latina.

La Rebelión Jaramillista iniciaría en 1943, pero por mediación de Lázaro Cárdenas se otorgaría una amnistía a Jaramillo quien en varias ocasiones buscaría reincorporarse a la lucha legal, pero el cada vez crecente autoritarismo del Estado lo orillaría nuevamente a tomar las armas en al menos dos ocasiones. Finalmente, por orden de Adolfo López Mateos, Jaramillo, su esposa embarazada y tres hijos de ella son asesinados por militares en la zona arqueológica de Xochicalco el 23 de mayo de 1962.

La muerte de Jaramillo inaugura la larga cadena de crímenes de Estado del México contemporáneo, y es el reflejo de un autoritarismo que iría creciendo gradualmente. Al mismo tiempo, Jaramillo viene a ser la coyuntura entre el México revolucionario y la guerrilla contemporánea, tan solo tres años después en Ciudad Madera, Chihuahua, el Grupo Popular Guerrillero (GPG) atacaría el cuartel militar de dicha ciudad, hecho que inaugura una larga serie de luchas similares en todo el país y que tendría uno de sus episodios más grandes el primero de enero de 1994. Sería la guerrilla rural quien reivindicaría la imagen e ideario de Jaramillo a lo largo de su lucha, por ejemplo, el propio GPG en rescataba dentro de sus demandas agrarias algunos puntos del Plan de Cerro Prieto. Genaro Vázquez alcanzaría a conocer en persona a Rubén Jaramillo y haría varias referencias a las demandas del plan de Cerro Prieto en los comunicados de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR). Años después, en su natal Morelos, seria fundada en la ciudad de Cuernavaca la colonia Rubén Jaramillo por el Partido Popular Unido de América (PPUA), grupo de tendencia maoísta que reivindica a la guerra popular prolongada como metodología de lucha, al igual que otra guerrilla urbana, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN).

En cuanto al EZLN se ha escrito mucho, así mismo ellos han proporcionado fragmentos de información en cuanto a su origen y metodologías que siguieron para poder asentarse en la selva lacandona y organizar su rebelión. Aunque la influencia de los medios y visiones personalísimas de académicos e  intelectuales ha viciado mucha de la información que es vital para comprender al EZLN y los fundamentos ideológicos de su lucha.

Las FLN se fundan el 6 de agosto de 1969 por un grupo de estudiantes universitarios de diversas partes del país, todos de clase media e influenciada por el impacto de la revolución cubana en américa latina, así como por la indignación causada por el recalcitrante autoritarismo del Estado.

Pero si bien admiraban a la revolución cubana su metodología de acción sería completamente opuesta. Otras organizaciones guerrilleras habían escogido el método foquista de guerra de guerrillas, el cual da prioridad al sabotaje y confrontación directa contra el Estado para desgastarlo poco a poco y el uso de expropiaciones a bancos o secuestros para financiar las operaciones de la guerrilla. El problema con el método foquista es que ante la desproporción de fuerzas entre el Estado y la guerrilla, pone a esta última en una situación grave de vulnerabilidad que eventualmente puede desembocar en la ubicación y eliminación del grupo.

Las FLN optarían por una fusión entre el modelo maoísta de la guerra popular prolongada y la filosofía Guevarista del foco guerrillero integrado al pueblo como elemento orgánico y no como agente superior a él, lo cual da prioridad a la organización de la base social y a la creación de redes de colaboración solidaria. Se organiza y educa a las bases del movimiento con el objetivo de forjar su conciencia de clase y que colectivamente se construya una nueva sociedad solo después de tener la fuerza suficiente para enfrentar al Estado y derrocarlo.

Esta decisión se toma con el objetivo de trabajar en la más estricta clandestinidad, es por eso que el grupo no comete atentados, ni expropiaciones ni secuestros para financiarse, dejando la manutención del grupo en manos de sus miembros. Por esta misma razón, las FLN declinan la invitación que les hace la Liga Comunista 23 de Septiembre para incorporarse a la organización. También en un primer momento consideraron hacer una alianza con el Partido de los Pobres y Lucio Cabañas, pero al final desistieron por la asfixiante militarización que se vivía en Guerrero. 

El objetivo de las FLN era crear focos de rebelión en las principales zonas rurales del país, alimentadas por las redes de apoyo que estarían establecidas en las ciudades. El primer foco guerrillero que se establece es en Chiapas, llamado Núcleo guerrillero Emiliano Zapata establecido en el rancho El Chilar y en donde en la primera etapa del grupo se desempeñaban labores de entrenamiento militar.

Sin embargo, los aparatos de inteligencia del Estado mexicano logran descubrir a las FLN y después de ubicar, detener y torturar a algunos de sus militantes, ubican en Monterrey y Nepantla los principales centros de operación del grupo. El grupo sufrió el asesinato y desaparición forzada de un gran porcentaje de sus miembros y dirigentes y a principios de 1974 estuvo al borde de la extinción. Sin embargo, a mediados de este mismo año algunos sobrevivientes deciden reestructurar la organización, refugiarse en Chiapas estableciendo de nueva cuenta el proyecto del núcleo guerrillero en la selva y reactivar las redes de apoyo en las ciudades.

De 1976 a 1978 las FLN inician un segundo proceso de organización, adentrándose más en la región de las cañadas y priorizando mucho más el trabajo dentro de las comunidades. Pero no eran el único grupo guerrillero en la región, Unión del Pueblo, otra organización de tipo maoísta pero que hasta cierto punto su metodología de acción era foquista, estableció una red de trabajo a través de los catequistas de la arquidiócesis de San Cristóbal seguidores de la teología de la liberación.

La influencia de los catequistas facilito el trabajo político dentro de las comunidades y proporcionaba a los pobladores una mayor confianza. Al conocerse mutuamente Unión del Pueblo y las FLN, decidieron trabajar en conjunto uniendo ambos proyectos, para esto, los cuadros de Unión del Pueblo que trabajaban en Chiapas deciden separarse de su organización e integrarse plenamente a las FLN. Curiosamente, el sector restante de Unión del Pueblo se uniría con el Partido de los Pobres, dando origen al Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo, Partido de los Pobres (PROCUP – PDLP), quienes después de la rebelión zapatista de 1994 en alianza con otras organizaciones darían origen al Ejército Popular Revolucionario (EPR).

Finalmente, en 1980 se funda el EZLN, producto de un trabajo colectivo entre las comunidades indígenas. Gilberto López y Rivas los define como “Una guerrilla que no puede ser guerrilla y un marxismo que no puede reivindicar marxista”. Esto en relación a que el EZLN después de los diez días de combate con el ejército mexicano y la posterior tregua constantemente violada por el Estado, no puede hacer un uso de la violencia principalmente porque eso tendría como consecuencia la pérdida del apoyo nacional e internacional gracias al cual se ha mantenido a raya el Estado, están armados sí, pero esas armas solo las usaran en el momento en que se desate un ataque frontal contra ellos. En cuanto al ideario, el propio Marcos lo expreso en los primeros días del movimiento, ellos procuraban no reivindicar al socialismo debido a la temporalidad en la que aparece el movimiento, apenas unos años después de la caída del muro de Berlín y la aparente “derrota” del comunismo, suponiendo que todo lo que tenga que ver con el socialismo ya es obsoleto y superado por la modernidad.

Afortunadamente en la práctica no es así, pues si bien el EZLN ha sabido darle un color y sabor característico a su trabajo político, no puede negar sus orígenes, es así como se pude apreciar en los Caracoles y Juntas de Buen Gobierno a un sistema centralista democrático que recuerda a los Soviets. En los municipios autónomos y zonas liberadas vemos en su sistema autónomo y autogestión el dialogo y la influencia de dos marxismos: el marxismo althusseriano y el autonomismo marxista italiano y en el propio EZLN a una fuerza militar influida notablemente por las estrategias maoístas de la guerra popular prolongada, cuya estrategia de resistencia ante un enemigo mejor armado y equipado les ha permitido sobrevivir a los embates de las fuerzas paramilitares y al acoso sistemático del ejército mexicano.

A pesar de su inherente influencia del socialismo, el EZLN también ha rescatado la esencia del Plan de Ayala, al tomar durante el conflicto las tierras de los caciques y terratenientes y reivindicar el papel de los indígenas tal y como lo hiciera Zapata en su momento, si bien otras guerrillas como el Partido de los Pobres también trabajaron en comunidades indígenas y tuvieron militantes provenientes de las mismas, la reivindicación de sus derechos venia implícita en las demandas del grupo y no poseían un apartado especial en si mismo.

El EZLN al momento de irrumpir se presentó, igual que el Ejercito Liberador del Sur, como una fuerza militar que únicamente crearía las condiciones para el establecimiento de una auténtica democracia, donde serían los pueblos quienes decidieran el tipo de gobierno que ellos aspiran a tener, esto, mezclado con las ideas socialistas de educación y creación de una conciencia de clase, los ha llevado a la construcción de un sistema propio, pero eso sí, que da continuidad a la lucha iniciada por Emiliano Zapata hace ya más de un siglo. Y no solo a la suya ni no a la de muchos otros que como él se negaron a aceptar la realidad existente y que seguirá teniendo episodios de rebeldía mientras siga existiendo la opresión y la explotación.

Bibliografía:

Camus, A (2015) El hombre rebelde DF, México: Grupo editorial Tomo

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García, M, Oikion, V. (2008) Movimientos Armados en México, siglo XX DF, México: El colegio de Michoacán / CIESAS 

López, G (2004) Autonomías: democracia o contrainsurgencia DF, México: ERA

Padilla, T (2015) Después de Zapata: El movimiento Jaramillista y los orígenes de la guerrilla en México (1940 – 1962) DF, México: Editorial Akal.

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