El pasado 20 de Mayo del año en curso se celebraron las elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela, proceso que llevaría al presidente Nicolás Maduro a continuar en su cargo y por ende a dar continuidad al proceso bolivariano iniciado por el Comandante Hugo Chávez.

De inmediato, los resultados de la jornada causaron una serie de opiniones diversas, siendo más notorias en nuestro país aquellas que ladran sobre una supuesta dictadura, de un proceso engañoso y fraudulento, de una imposición articulada desde arriba, de una injusticia perpetrada contra el pueblo venezolano; muchos de los gobiernos neoliberales y de derecha en el mundo se posicionaron en contra de la victoria de Nicolás Maduro, candidato por el Frente Amplio de la Patria, desconociendo su victoria y clamando por una revisión de las elecciones.

La misma Secretaría de Relaciones Exteriores de México declaró que no reconocería la legitimidad de la elección, señalando que ésta no fue transparente y no cumplió con los estándares internacionales de un proceso democrático… ¿el gobierno mexicano hablando de elecciones transparentes y de democracia? ¿Nos hablan de procesos legítimos esos mismos que se encuentra en el poder a raíz de una serie de fraudes claros a toda vista? ¿Nos hablan de democracia aquellos que buscan callar las bocas disidentes mediante la desaparición forzada, el asesinato extrajudicial, la prisión o la invisibilización de las causas de los de abajo?

Vale la pena recordar que es en México y no en Venezuela donde cada día son asesinadas más de siete mujeres por el hecho de ser mujeres; que es en México donde más de 30 mil personas han sido desaparecidas por el Estado y sus aliados, donde le han quitado la vida a docenas de periodistas por el hecho de ejercer su profesión y donde los gobernantes son electos mediante fraudes, compra de votos, amenazas, y sin representar ni de cerca a la mayoría de la población votante. Es en nuestro país -en ese que se pinta como una grandiosa, transparente y pacífica democracia- y no en la patria bolivariana donde se han asesinado a más de 200,000 personas a raíz de una falsa guerra contra el narcotráfico que en realidad es una guerra abierta contra la clase trabajadora.

Parece una broma de mal gusto que los países donde la democracia es solo una palabra vacía -que cobra un sentido mínimo cada 3, 4 o 6 años- y que representa solamente a los de arriba, se crean con el derecho y la calidad moral para denostar un proceso donde más del 48% de la población participó, de la cual el 67% depositó su confianza en Maduro pese a las políticas desestabilizadoras de la derecha financiada por los Estados Unidos. Es decir que aún frente a una guerra económica, una serie de sanciones comerciales, del intento de asfixia financiera, del acaparamiento intencionado de bienes de consumo básicos y su comercialización ilegal: el Chavismo volvió a triunfar.

Desde la Juventud Comunista de México saludamos a todo el pueblo trabajador que salió a las calles para demostrarle a los escuálidos de su país y del mundo que nada ni nadie detendrá lo que han venido creando con sus pies y manos; sabemos que mientras se siga el ejemplo digno de todos y todas quienes han entregado su vida por un futuro mejor, Venezuela saldrá triunfante. Saludamos también de la forma más enérgica, a nuestrxs camaradas de la JPSUV y la JCV en este triunfo de la clase trabajadora venezolana que también es posible gracias a su trabajo cotidiano.

¡Viva la Revolución Bolivariana!

¡Sólo en el socialismo otro mundo es posible!

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