El concepto de mal menor es uno de los más relativos. Enfrentados a un peligro mayor que el que antes era mayor, hay siempre un mal que es todavía menor, aunque sea mayor que el que antes era menor. Todo mal mayor se hace menor en relación con otro que es aún mayor, y así hasta el infinito. No se trata, pues, de otra cosa que de la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento regresivo, cuya evolución está dirigida por una fuerza eficiente, mientras que la fuerza antitética está resuelta a capitular progresivamente, a trechos cortos, y no de golpe, lo que contribuiría, por efecto psicológico condensado, a dar a luz a una fuerza contracorriente activa o, si ésta ya existiese, a reforzarla.
– Antonio Gramsci, Cuaderno 16
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En estos días se ha acusado a la mayoría de las organizaciones anticapitalistas mexicanas de ser “dogmáticas”, “puristas” y “perfeccionistas” por no apoyar a López Obrador. El argumento de estas personas se basa en que AMLO es el menos malo, que no es posible cambiar al sistema desde fuera, que no es perfecto pero que es el menos peor, y que se necesita ser pragmático.
Si hemos rechazado apoyar a Morena en el proceso electoral actual no es porque seamos sectarios y porque no queramos involucrarnos con los movimientos que no tengan el suficiente pedigrí socialista. No lo apoyamos por la sencilla razón de que en todo movimiento debe existir una relación entre dichos y hechos congruente, y Morena no lo es. Porque sin congruencia, todo movimiento social y político es estéril, vacío, falso e hipócrita.
¿Como se puede decir “de izquierda” cuando haces alianza con la derecha cristiana y católica, renuente a aceptar los derechos civiles de aquellos que no ejercen la sexualidad heteronormativa, que se opone a que las mujeres ejerzan su derecho a decidir sobre sus cuerpos, que se opone a la educación sexual y al uso de anticonceptivos? ¿Como pretendes mejorar la calidad de vida de los pobres si tu análisis político sobre la crisis de nuestro país se reduce a culpar sólo a la corrupción y no al sistema económico que la propicia? ¿Como te llamas democrático cuando ignoras la voluntad de la propia base de tu partido e impones candidatos cuya única virtud es su amistad con el líder e importas a personajes oscuros de “la mafia del poder” junto con sus redes clientelares para beneficiarte? ¿Como te llamas popular si haces más caso a lo que empresarios y banqueros necesitan para no perder sus privilegios?
Este país ha sufrido muchas injusticias, todos los días durante muchos años, necesitamos justicia no caridad, necesitamos una transformación radical, no buenas intenciones, este país tan herido no puede conformarse con “lo menos peor”, debe exigirlo todo. Nuestra tarea es comenzar a caminar el largo camino de la lucha popular, organizarnos, dejar de luchar individualmente sino colectivamente, dejar de creer en líderes y en “activistas” que solo luchan por su propia imagen y beneficio, necesitamos soluciones radicales porque las injusticias son muy grandes, y quienes explotan, humillan, desaparecen, torturan y matan no dejarán de hacerlo solo porque pierdan en las urnas. Debemos comenzar a construir, no podemos seguir esperando al “bueno”.
Se justifica la rebelión, se necesita la revolución.
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