para las elecciones 2018

para las elecciones 2018

Este primero de julio, nuestro país vivió otra jornada electoral, en la que como cada 6 años se promete al pueblo que ahora si todo va a cambiar, que todo va a ser diferente. Aunque la sensación general, es que gane el candidato que gane, todos los mexicanos vamos a perder.

Dentro del limitado contexto de acción en México, la oportunidad que más nos venden para tratar de “cambiar” la realidad de nuestra patria son: Las elecciones. En todo este proceso de democracia para ricos, encontramos un país lleno de pobres, un panorama de hartazgo, inconformidad y rabia nacional. Toda esta gama de sentimientos de vacío y desesperanza es vilmente aprovechada por los partidos electorales que con tal de ganar cargos públicos y de legitimarse, se presentan como los mesías, como los que son diferentes al resto, aprovechan la necesidad económica y la necesidad de esperanza del pueblo mexicano. Ante la falta de opciones y la urgente necesidad de cambio, el pueblo mexicano no tiene de otra más que votar “por el menos peor”. Todos los candidatos nos han hecho creer que la raíz del problema es la corrupción y que acabando con ella todo puede ser diferente, sin embargo esta tesis es errónea. La corrupción no es la raíz, sino un síntoma. Es un síntoma de una enfermedad crónica. Es la enfermedad del capital. Vivimos en un sistema que mata, roba, explota y nos convierte a todos en mercancía. No importa el candidato que gane, tenga partido o no, mientras no se destruya al sistema capitalista los resultados seguirán siendo los mismos, y el despojo, el despilfarro y las muertes seguirán.

Es equivocado pensar que alguno de los candidatos son verdaderamente un cambio para nuestro país, ya que todos ellos responden a los intereses de un pequeño sector de la población que acumula la riqueza de la nación: la burguesía. En México, uno de los países más desiguales del mundo, el 1% de los más ricos –alrededor de 120 mil personas– acapara 43% de todas las riquezas. Es decir de todos los grandes empresarios, de esos que no pagan ni un solo peso de impuestos e hipócritamente pagan sueldos de miseria, sueldos que el mexicano malabarea para sobrevivir, sólo para volver al siguiente día a trabajar por un poco más de miseria salarial. Las elecciones son la tómbola de la burguesía, en las que decidirán qué candidato le servirá mejor. Los ricos de nuestro país utilizan las elecciones para legitimarse ante la ley, de esta manera no sienten amenaza alguna y pueden mantener el poder político y económico, a la vez que continúan enriqueciéndose a costa del pueblo, mientras el pueblo mexicano nos hacemos más pobres.

Como pueblo estamos hartos de su teatro, el pueblo mexicano no ve en los partidos electoreros quién represente sus intereses de clase, ya estamos cansados de los partidos políticos electorales, de los “candidatos independientes” que no son tan independientes y de la democracia de los ricos. ¿Y cómo no estarlo? En los últimos 12 años han asesinado a 200 mil personas, han desaparecido a otras 40 mil, todas ellas víctimas de la mal llamada “Guerra contra el Narcotráfico”, que junto a las reformas estructurales, la destrucción de los diferentes ecosistemas y la concesión de los recursos naturales de nuestro país, han provocado el despertar de la digna rabia de los mexicanos.

Jamás olvidaremos, ni perdonaremos las masacres de Tlatelolco, la de Jueves Corpus, Acteal, Aguas Blancas, Pasta de Conchos, la negligencia en el caso de la Guardería ABC, la cantidad alarmante de feminicidios y situación de violencia hacia la mujer, la desaparición de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa; a todos estos crímenes gritamos: ¡Ni perdón, ni olvido! ¡Castigo a los culpables!

El peor acto que podemos hacerle a nuestro pueblo y a nuestra clase es: la indiferencia. No importa si se vota o no, no importa el candidato por el que se vote. Nosotros seguiremos denunciado las injusticias, convocamos a todos y todas las que estén inconformes, a la juventud mexicana a organizarse, unir las diferentes rebeldías y que sientan cada herida como propia.

La Juventud Comunista de México es una organización revolucionaria que aglutina a la juventud rebelde e inconforme independientemente de su experiencia de lucha. Insistimos en el llamado a la juventud mexicana: ¡Organízate, milita, lucha! Pasado el día de las elecciones, debemos seguir construyendo organización y unificando esfuerzos donde luchamos a nivel nacional.

¡Sólo en el socialismo otro mundo es posible!

 

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