¡A pesar de todo! A pesar de todos los fracasos y derrotas previas, el ejército aparentemente adormecido de los proletarios se despertará como ante las trompetas del juicio final, y los cadáveres de todos los luchadores asesinados se pondrán de pie para pedir cuentas a los que sólo se merecen sus maldiciones.
-Karl Liebknecht
El sujeto de conocimiento histórico es la clase oprimida misma, cuando combate. En Marx aparece como la última clase esclava, como la clase vengadora, que lleva a su fin la obra de liberación en nombre de las generaciones de vencidos.
-Walter Benjamin
Es dos de noviembre y ya sabemos todo lo que eso conlleva, este no es un artículo para defender y apoyar la idea del día de muertos como festividad mexicana (de hecho, todas las culturas del hemisferio norte tienen festejos similares en estas fechas, la mayoría gravitando alrededor de festividades por la cosecha) si no en algunas reflexiones sobre los muertos que vienen a cualquiera en estos días en las cuales la muerte está siempre presente.
Hay mucha pobreza en estos momentos y muchas familias no podrán cumplir con todo lo que el ritual manda para festejar y recordar a los que ya no están con nosotros, el culpable no es que unos trabajen y otros no, o que sean pobres porque quieren serlo, si no podrán cumplir con el ritual será por un problema estructural que requiere de pobres, de proletarios que no posean nada más que su fuerza de trabajo, por lo cual tengan que venderla para poder comer un día más.
Los culpables tienen nombre, apellido y siglas, pero no es este el artículo para hablar de ellos en específico, más bien son reflexiones sobre ciertos discursos dominantes. Proclamas para crear la hegemonía del pensamiento.
En estos momentos vemos un reacomodo de la hegemonía política y social en el país donde los diversos grupos de poder se disputaron diferentes proyectos para gestionar la crisis capitalista, vimos la derrota del PRI, partido que nace con un proyecto corporativista y nacionalista que abandona desde los años ochenta para abrazar el neoliberalismo, hablamos del partido encargado de reprimir a sangre y fuego las grandes huelgas ferrocarrileras, de médicos, profesores, electricistas y telégrafos, el mismo que torturó y desapareció estudiantes y guerrilleros en el 68, el 71 y en la guerra sucia y que llevó adelante la mayoría de los grandes procesos privatizadores, está el PAN, que el humor negro del país llama “el pri mocho” partido que nace con los valores emanados del fundamentalismo religioso católico heredero del movimiento cristero en el país (las masas de fanáticos religiosos que se opusieron a la reforma agraria y asesinaron maestros en el medio rural por el delito de enseñar a leer y escribir a los niños), del movimiento sinarquista (el fascismo rural mexicano) y de los simpatizantes franquistas y nazis de la década de los años 30´s y 40´s, tal partido nace con un proyecto de clase que representaba los intereses de poderosos grupos eclesiásticos y empresariales con un discurso tradicionalista y nacionalista, actualmente ha abandonado igualmente buena parte de su proyecto histórico para abanderar una imagen de neoliberalismo y tecnocracia mientras defiende una política social de defensa de los valores conservadores, a su lado se encuentra el PRD, que el humor negro del país llama “el pri ardido”, partido heredero de la peor tradición socialdemócrata y colaboracionista habitual en el senado, nacido en las filas del PRI cuando se profundiza el giro neoliberal, la suma de una izquierda degenerada en lo político unida al “ala” nacionalista del PRI que abandona el partido dirigida por el hijo de Lázaro Cárdenas, liberal en cuestión social (como bodas gay o despenalización de la marihuana) pero neoliberal en las económicas (solo hay que decir la frase “pacto por México” para resumirlo todo) en las pasadas elecciones se presentó en alianza con el PAN buscando igualmente una imagen tecnócrata, hay otros partidos como el PT llamado también “el pri pobre” partido que se presenta socialista pero lleno de expriistas, incluyendo a Bartlett quien fuera secretario de gobernación de Salinas, el mismo que ordenó que secuestraran, torturaran y desaparecieran a los últimos miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, hay otros partidos como el Verde Ecologista denominado “PRI chairo” partido que poco ha hecho por defender el medio ambiente y conocido por participar en varios megaproyectos privatizadores y en emular en Chiapas las prácticas corporativas del PRI, esta Encuentro Social, el equivalente protestante al PAN, lleno de neoliberales y cristianos en su versión protestante, igualmente enemigos de la diversidad sexual y de género que en las pasadas elecciones creció en gran medida gracias a la sobrerrepresentación producto de su alianza con MORENA, quien posee la actual hegemonía política en el país -o al menos eso aparentó en las pasadas elecciones- partido que cosechó buena parte del hartazgo social fruto de tres décadas de neoliberalismo y que de la mano de su líder AMLO fue creando alianzas contradictorias con algunos movimientos sociales que desesperados por obtener algunos espacios han terminado por reproducir el pacto corporativo que el PRI mantenía desde la época de Lázaro Cárdenas hasta la crisis de 1968 por su lado izquierdo mientras que por su lado derecho construyo toda una serie de alianzas con poderosos empresarios aglutinados alrededor de la figura de Alfonso Romo quienes con esta alianza buscan evitar la competencia con ciertos capitales mientras monopolizan los mercados y la manufacturación dentro del país con unas fronteras selladas o abiertas de acuerdo a sus intereses mientras apoyan megaproyectos de despojo y ecocidio como el Tren Maya, toda esta alianza es presentada por AMLO y sus seguidores mediante la ficción ideológica que afirma que es posible gobernar para “ricos y pobres”, tan solo es la recreación del pacto de clases que mediante un discurso de conciliación de intereses tan solo subordina el accionar político de los explotados al servicio de sus explotadores, en más de un sentido este partido es el intento de reeditar el proyecto populista, nacionalista y corporativo que abandonó el PRI tras asumir el neoliberalismo y la tecnocracia, el humor negro del país llama a MORENA “el nuevo PRI”, de cualquier forma algo tienen en común todos estos Partidos Revolucionarios Institucionales: el discurso del progreso.
Un discurso que identifica que desde la revolución mexicana de 1910 y el ascenso del carrancismo al poder la historia y el progreso de los mexicanos van de la mano, que lo anterior está muerto, tan muerto como los difuntos que le costó superar ese periodo histórico, el futuro solo lo podemos ver con esperanza, como una continuidad progresiva, evolutiva, perfecta y esperanzadora donde no valdrá la pena mirar al pasado que de cualquier forma no se repetirá jamás.
Este futuro se presenta a sí mismo en forma de lema “vamos bien y viene lo mejor” usado por Fidel Herrera, anterior gobernante de Veracruz, sintetiza el discurso de progreso de todos los partidos ya mencionados. Este mismo discurso es repetido una y otra vez en los medios, nos aturde día a día en logos y eslóganes, nos hace cómplices de un intencionado olvido que nos aleja de nuestro pasado y de nuestro presente plano: la verdadera experiencia.
Contrario a lo que quieran obligarnos a pensar las elites neoliberales y posmodernas el ayer no está apartado de nosotros, hay heridas en el pasado que están aún abiertas y sangrando, estas se niegan a cerrarse mientras los sonrientes y photoshopeados (no vayamos a ver sus arrugas y patas de gallo) rostros de los opresores aparecen en gigantescos carteles anunciando sus logros (o metas en caso de ser elegidos) de gobierno mientras lanzan campañas con el objetivo de crear un mundo mejor para los consumidores donde con pequeños plazos compraremos cualquier cosa que nos haga felices en los mercados del bienestar.
Así es como nos prefieren, sin pasado, encadenados a la felicidad de prozac y el rivotril, a la terapia de autoayuda y la charla motivadora, a la farsa del running y el cross fit, a la comodidad de Netflix y la exaltación de la marihuana, a la ilusión de la comida sin grasas o carbohidratos, el café sin cafeína y al sexo virtual perfectamente seguro. Nos quieren sin conciencia histórica, abandonados a un presente sin incomodas preguntas sobre cómo llegamos aquí o que ha sido de los que nos precedieron.
Y ese es el punto principal ¿dejaremos de lado los rostros de los que nos precedieron? Decía Walter Benjamin que “ni siquiera los muertos estarán a salvo si el enemigo vence”, la concepción de progreso que nos obligan a tragar todos los días es en realidad la historia de los vencedores con sus diferentes nombres: avance, desarrollo, evolución, entrada al primer mundo… es siempre ocultar que existieron y existen los desplazados de su tierra por el afán privatizador para que otros pudiesen sembrar en ella lo más demandado por el mercado, llámese marihuana o caña de azúcar, de los traídos en barco encadenados para obligarlos trabajar en una tierra lejana, de los que pierden su fuerza y juventud en la fábrica o la mina y a los años son desechados como kleenex, de las mujeres secuestradas y obligadas a la prostitución por el delito de ser bellas, del rechazado de la educación pública que termina sus días drogado y escuchando rap o corridos alterados, de los que tuvieron que soportar una guerra mientras al invasor quemar sus bibliotecas y museos para después saquear su oro o petróleo, la falta de progreso de estos sectores se adjudican siempre a la incapacidad de entrar en este progreso (el de ellos, los de arriba) porque en ellos anida la imposibilidad de crecer, de desarrollarse, de mejorar…
En nombre del progreso se justifica la barbarie, no solo contra todos los oprimidos, se dirige especialmente contra los que luchan contra la barbarie, contra los que se organizaron y los que se organizan para resistir el despojo y la represión, no contentos con vencerlos en el campo de batalla los lanzan a la fosa común del olvido, apostando a que abandonemos su memoria. El enemigo al vencer no solo domina el presente, pretende cambiar el pasado para que su dominio sobre nosotros sea eterno. Para que nadie recuerde que ellos gobiernan hoy porque son los herederos de los que vencieron ayer. Para que nadie cuestione su idea de progreso y que lo ocurrido anteriormente siempre este bien.
El mismo pensador remata la frase mencionada con “y este enemigo no ha cesado de vencer” ¿Hemos de permitirle al pasado convertirse en una lista de nuestras derrotas? ¿O debemos de ver en él la chispa de encender la rebelión de los miserables? No solo los actuales opresores y explotadores tenían y tienen un proyecto de dominación y abuso, también los vencidos tenían uno, de resistencia, de dignidad, de libertad, tenían también un horizonte: un mundo donde todo sea de todos y no existan ni amos ni esclavos.
El futuro no es el “viene lo mejor” de estos apologetas de su propio enriquecimiento, el futuro son las esperanzas frustradas de todas las generaciones anteriores que deben de ser recogidas por las generaciones actuales para derrotar no solo a los opresores del presente si no retroactivamente derrotar a los opresores del pasado. Estas esperanzas derribadas pero no destruidas son el napalm de nuestra determinación de destruir nuestras cadenas, por eso dice Marcuse que solo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza, si nuestra generación hace suya la visión de liberación de las generaciones pasadas se puede romper el presente y redimir el pasado, no el pasado de los vencedores, ese que se prolonga el presente, si no el de los vencidos, ese que acerca nuestro futuro.
Los vencedores del pasado se unen a los de hoy y siguen cosechando victimas mientras no nos unamos a los perdedores del pasado, no con los que inclinaron la cabeza para rezar y evitar el golpe, (de todas formas, perdieron) sino a los que gritaron “¡No!” y pagaron con su vida cuando negaron la idea de ser oprimidos.
Necesitamos una mutua solidaridad, no una que trascienda los límites espaciales si no una que rompa con las fronteras temporales, estamos urgidos de una responsabilidad entre las generaciones muertas (aquellas a las que les ofrendamos chocolate y tamales) y nosotros, si no hacemos suya la causa pendiente de las generaciones pasadas que anhelaron la revolución el enemigo seguirá venciendo.
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