Por Colectivo Angela Davis
El domingo 13 de marzo se reunieron organizaciones, colectivos y demás simpatizantes del movimiento zapatista que se sumaron a la iniciativa de la Comisión Sexta del EZLN para llevar a cabo una manifestación y actividades político-culturales para exigir un alto a las guerras capitalistas. El lugar de encuentro fue el monumento al Ángel de la Independencia en la CDMX, desde donde partió la marcha hasta llegar al Hemiciclo a Juárez.
La marcha fue festiva y llena de consignas, algunas de ellas recordando heridas abiertas como la presentación con vida de los jóvenes estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa o el esclarecimiento del asesinato de Samir Flores. De los participantes sólo queremos hacer una especial mención de la comunidad Otomí en la CDMX y de una pequeña asistencia, pero llena de significado, de trabajadores de plataformas electrónicas. Mención especial porque es ejemplo de combatividad e iniciativa, la primera; y a los segundos, los trabajadores de plataformas, por representar el interés de los “nuevos” trabajadores en las luchas y resistencias anticapitalistas. Ya en el Hemiciclo a Juárez se pronunciaron discursos de las organizaciones participantes y se realizaron diversas actividades culturales. Además asistieron un importante contingente de la OPFVII, siempre un ejemplo de organización, autogestión y solidaridad, en el acto la compañera Rosario afirmo: “Nosotras, nosotros ya elegimos un bando: la vida”.
El mismo día, pero en Chiapas, bases de apoyo zapatistas marcharon en seis ciudades del estado igualmente contra la guerra y en solidaridad de quienes resisten en Ucrania y Rusia. Es la más reciente marcha pública desde diciembre del año 2012 con la Marcha del Silencio.
No es la primera marcha en el mundo que exige la paz, luego del inicio de la “operación militar especial” de Rusia contra Ucrania. Pero nos llaman la atención dos aspectos de ella. Primero que tiene un carácter consiente de clase y fue marcadamente anticapitalista. Esto es importante porque pone y expone la causa de fondo de las guerras modernas; no se trata de malos contra buenos, de “democracias” contra “autarquías”, se trata de competencia de mercados, de control de fuentes de recursos, de mantenimiento de hegemonías, de superioridad de unos frente a otros. Todo esto sustentado en relaciones sociales de explotación y dominio de los pocos sobre los muchos. El segundo aspecto es la solidaridad internacional, el internacionalismo. No sólo se hizo un llamado contra la guerra en Ucrania, sino también contra todas las guerras en curso como la Palestina, la de exterminio contra el Kurdistán o la que libran los Mapuches en Chile.
“Despertad pueblos de México y del mundo porque un día tan pronto o tan lejano, nos van a hacer también las guerras injustas, hay que organizarse” fue un mensaje que dieron los zapatistas. Difícil pero certera afirmación, nos interpela a todxs, aun a quienes puedan llegar a creer que están a salvo de un mundo en crisis. ¿Y si un día el propio país se vuelve espacio de conflicto entre potencias?, ¿y si se llega al punto del conflicto bélico? Lo cierto es que es una posibilidad abierta para muchos, si no cualquier país del mundo. Las víctimas de estas guerras siempre son los pueblos, la gente “de a pie”.
Como socialistas, comunistas, marxistas o como más le guste, amable lector, comprendemos y compartimos la postura zapatista y estamos al tanto de sus iniciativas. También, por cierto, coincidimos en las soluciones: organización desde abajo y a la izquierda. En el momento actual esto quiere decir que la mejor arma, la mejor defensa, contra las guerras que imponen los capitalistas y sus burócratas, es la organización del pueblo. Organización consiente, democrática, con vistas a “un mundo donde quepan muchos mundos”, como bien dicen nuestros hermanxs de Chiapas.
No responses yet