Aldo Francisco Zenteno Paz, militante de la Juventud Comunista de México, CJB Elvia Carrillo Puerto.
A casi tres semanas de que en México se llegara a la cifra de 100 mil desapariciones, según los datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (datos sin duda incompletos por la falta de seguimiento de casos y por las amenazas a familias de personas desaparecidas para que no denuncien), no parece haber un horizonte esperanzador para el país. Las principales víctimas de la hambruna, la corrupción y de la supuesta guerra contra el narcotráfico han resultado ser las mismas en cada episodio de la historia nacional: las comunidades indígenas, el campesinado, la clase obrera, los estudiantes, en resumidas cuentas, la clase explotada.
Las periferias de un mundo globalizado se construyen en todas las geografías del globo, los procesos de gentrificación de las ciudades a la vez que muestran grandes edificios, empresarios y burócratas adinerados nos enseñan la pobreza y explotación que alimenta a su sistema; los paisajes naturales sangran por la explotación de las grandes empresas y la represión de quienes defienden sus territorios; los centros turísticos, al mismo tiempo que funcionan como una mercancía de folclorización, muestran la violencia a la que se ve sujeta la gran mayoría de población, ya sea por el aumento de demanda de drogas y el aumento de células delictivas en disputa, tanto por el clasismo y racismo mostrado en las propias medidas turísticas enfocadas al extranjero y al adinerado.
Son estas, y muchas más, las contradicciones económicas y políticas que como marxistas-leninistas debemos hacer visibles para recordar nuestras posiciones. Esta lucha es total, y como lucha total, no puede detenerse.
Este texto se escribe desde la Ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas; uno de los llamados “Pueblos Mágicos”, título construido por el Programa Pueblos Mágicos del Gobierno Federal para incentivar al turismo y la inversión de mercados extranjeros y nacionales dentro del país; nombre que se refiere a los sitios que son, según el Estado, “una oportunidad para descubrir el encanto de México”. El chiste se cuenta solo. Esta supuesta oportunidad para encantarse de México parte en buena medida de la amnesia gubernamental que pretende despolitizar al panorama histórico y cultural del país.
Durante los primeros años del levantamiento de las y los compañeros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la Ciudad de San Cristóbal de las Casas funcionó como un punto de organización mundial junto a otras organizaciones nacionales y extranjeras donde se reunían activistas y militantes para luchar desde abajo y a la izquierda; hoy se puede notar el cambio drástico de este fenómeno con las personas que arriban a “San Cris”.
Hoy en las calles se puede observar a una gran masa de turistas jóvenes, muchos de ellos europeos y estadounidenses, que a la vez que desconocen o desprecian la historia política de resistencias de las comunidades indígenas, pretenden, algunos de ellos, acercarse a una supuesta espiritualidad mediante la apropiación cultural y la cosificación que convierte en mercancía todo lo que toca. Parto de este grupo en específico por ser el mejor ejemplo de la capacidad de difuminación de luchas que hoy contiene y alimenta el neoliberalismo; y que es una cuestión que debe ser tratada urgentemente para nombrar los peligros del supuesto progresismo que se ha intentando implementar desde la 4T a nivel federal y otras supuestas organizaciones “representativas de la ciudadanía” que no son más que herramientas políticas de las fuerzas del mercado mundial que desgarran a las poblaciones marginadas de todo el planeta, teniendo como bandera una supuesta vía pacífica donde la inacción es su mecanismo.
En muchos territorios hoy vale hacernos la pregunta dada por Pablo Hasél “Hace años los hippies luchaban contra la invasión a Vietnam, algunos hasta la vida daban ¿hoy qué coño dan?”
Las violencias del neoliberalismo, al igual que en el resto del país, se muestran latentes en el día a día de esta ciudad. Desde hace aproximadamente 5 meses que arribé, mucha gente me ha hablado sobre Los Motonetos, una célula delictiva que se dedica, entre otras cosas, a la distribución de drogas y al robo a mano armada. Es claramente paradójico que a la vez que la población denuncia día a día nuevos casos de violencia, se observa cotidianamente la gran oferta que hay de drogas, dirigida en buena parte a los turistas. Estas contradicciones no son sino el reflejo de la pauperización que alimenta a la riqueza y el disfrute de unos pocos, a costa de la sangre de la clase trabajadora y la juventud influida por las lógicas neoliberales de competencia desde el crimen organizado.
Otra de las violencias del neoliberalismo se encuentra a nivel simbólico, encargada de borrar los significados subalternos de la población para construir otros que ignoren la brutalidad de su sistema o para criminalizar a las organizaciones que resisten. La propia narrativa “romántica” implantada por el gobierno ha logrado diluir al centro de la ciudad de San Cristóbal de las Casas como espacio político, convirtiéndolo en un lugar de compra/venta donde la memoria histórica no tiene cabida como herramienta reivindicativa.
Mientras miembros del Frente Nacional de Lucha por el Socialismo realizan un mitin por sus presos políticos y en contra de la desaparición forzada, se puede ver a las oleadas de transeúntes que les ignoran yendo a uno de los corredores turísticos más visitados de San Cristóbal de las Casas; es así como diversas movilizaciones y organizaciones parecen desvanecerse por la apatía de la población; pareciendo borrarse las resistencias, junto a las pintas hechas por colectivos de diversas índoles, en los cercos que rodean la Catedral o el palacio municipal (hoy convertido en museo).
Este panorama sin duda poco motivador nos obliga a movilizarnos con mayor fuerza desde cada trinchera, a repensar nuestras estrategias y buscar cómo confluir en un mismo cauce revolucionario junto a otras organizaciones y nuev@s militantes. Hoy utilizo como ejemplo mis experiencias más cercanas, pero es claro que estos escenarios de apatía, violencia, explotación y enajenación se desarrollan a lo largo y ancho del territorio de México, América Latina y el mundo. Para la Juventud Comunista de México queda claro que las vanguardias revolucionarias solamente pueden ser consolidadas por quienes sufren directamente los perjuicios del neoliberalismo y su sistema económico, por eso tenemos el deber de reconocer dónde se están formando actualmente esas luchas y cómo podemos aportar a ese sendero revolucionario desde nuestros contextos específicos.
Actuemos como nos lo mostraron, en esta misma ciudad, l@s compañer@s zapatistas el 13 de marzo, cuando exigieron un alto total a todas las guerras capitalistas; plantémonos ante la tempestad y nombremos a la burguesía y sus lacayos como los enemigos que han intentado borrar la memoria rebelde de miles de personas sometidas a su control. Solamente con una fuerte organización y formación revolucionaria será posible desperezar a la población no politizada y confrontar en todos los frentes al enemigo neoliberal que no descansa, y cada día es más grande; solo así podremos nombrar a la memoria y reivindicarla como un arma por y para el pueblo, en resumidas cuentas, solo así será posible construir esos Muy Otros Mundos nacidos de la acción revolucionaria y el hartazgo popular de nuestra clase.
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