Las personas que no están organizadas nomás andan ahí, sueltas…  –  Laco

Texto del camarada Sebastián Ramírez

La localidad de Santa María de Ostula, arropada por el mar de la costa michoacana, inició hace varios años el proceso de convertirse en un bastión de la lucha por la vida y el territorio. Uno de sus primeros objetivos respondía a una de sus necesidades más apremiantes, la seguridad. En este sentido habitantes de la región se organizaron (se sujetaron entre sí) para crear su guardia comunitaria que, tras un arduo y difícil combate junto al resto de la comunidad, logró expulsar al crimen organizado de la zona incluyendo a las fuerzas policiales y militares del Estado. Con el paso del tiempo no sólo han mantenido sus victorias, sino que las han extendido por áreas circundantes que gozan ahora también de la protección de la guardia comunitaria. Sin embargo, las buenas noticias no terminan aquí, decidieron que cuidarse entre sí no sólo recaía en la autodefensa, también radicaba en el rechazo a otras expresiones del capitalismo. Un poco de ello queremos contar aquí, después de despedirnos de la gente y de la playa de arena negra que nos alojó.

Desde hace tiempo en la Juventud Comunista hemos buscado acompañar la lucha de Ostula. Éramos ya recurrentes invitados en los festejos del aniversario, que celebra la recuperación de sus tierras, pero hace poco surgió la necesidad de trabajar más y en mayor cercanía con lxs compañerxs de la comunidad. En septiembre del año que recientemente partió, un terremoto recorrió sus suelos dañando diversas estructuras, principalmente casas. Como parte de los esfuerzos para reparar lo averiado, un contingente conformado y motivado por compas de la Escuela Campesina de Educación Popular y Alternativa Sustentable, por miembros del  EcaZS (organización con la que tenemos una larga y estrecha relación), y nosotros, militantes de la Juventud Comunista, viajamos hacia las orillas del país con la intención de apoyar en labores de construcción.

Nos recibió el compa Laco, quien nos tenía ya preparado con ciertas facilidades un espacio para acampar entre las palmas de la ribera del mar. Asentamos el campamento en la compañía del atardecer, un grupo de perros y una chiva llamada Pepa. Una inspección rápida nos decía que estábamos en territorio liberado. La playa tenía poco o ningún rastro de presencia humana hostil, sin infraestructura turística dañina y era claro que la actividad de las personas se llevaba a cabo respetando al ecosistema. Hasta caldo nos dieron para cenar y la única preocupación que tuvimos durante nuestra estancia fue que nos cayera un coco por la noche, mientras dormíamos. Los días que siguieron nos levantábamos temprano para comenzar el trabajo y nos deteníamos cuando bajaba el Sol. Tomando un par de descansos para comer, lo que nos daba la oportunidad de compartir y platicar con lxs compañerxs presentes. Las jornadas eran demandantes pero el trabajo se aligeraba en estas circunstancias, porque no nos era ajeno, convivimos con quienes lo recibían en sus propias casas, sabíamos hacia dónde estaba dirigido y coincidía con los intereses colectivos, con el horizonte que compartimos.

Hubo que derrumbar gran parte de la casa de Checo, el sismo hizo graves daños en su estructura

Uno de esos días habiendo regresado de quitar enjarre y mover adobes, ya en medio de la noche, Laco nos contó cómo estaban, cómo están ahora, qué decisiones han tomado y algunas de sus reflexiones. De entre lo que nos dijo les queremos compartir algunas cosas:

Llegaron al acuerdo de que nadie, individualmente y al margen de la voluntad de la comunidad, podía ser propietario único de parte alguna de las tierras. Y en consecuencia no se puede hacer uso de ella contrariando a los intereses colectivos. Se decide en conjunto de qué parte a qué parte puede hacer uso cada quien para vivir y trabajar, considerando sus capacidades y necesidades particulares, siempre con el visto bueno del resto de las personas. Nosotrxs, en La Jota, vemos en esa resolución el camino hacia la abolición de la propiedad privada sobre la tierra. Hecho que nos parece sumamente laudable, siendo parte de las medidas que consideramos esenciales para un futuro mejor.

Nos contó también que crearon, entre otras varias, una estructura organizativa que se encarga de gestionar el aprovechamiento del coco, siendo este uno de sus recursos naturales endémicos, tanto para el consumo inmediato de las personas de la comunidad como para el comercio y el intercambio externo. Comercio que se administra y es llevado a cabo mediante dicho órgano (cuyo nombre olvidamos, en otra visita confirmamos el dato), con el objetivo de beneficiar al colectivo y obtener fondos comunitarios. Sus formas organizativas responden entonces a sus condiciones materiales concretas, evolucionan y se desarrollan en función de su contexto y sus necesidades.

Nos contó muchos detalles análogos sobre cómo se han organizado para muy diferentes cosas. Cada cuánto se reúnen para decidir quiénes se harán cargo de qué y por cuánto tiempo; qué pueden hacer por su cuenta y cuándo tienen que volver a consultar con el resto. Variadas reuniones para asuntos diversos con distintos grupos de personas, en ocasiones múltiples en un mismo día y que pueden surgir de imprevisto. Nos sonó familiar. Dicho brevemente, nos contó que organizarse implica mucho y constante trabajo. Requiere esfuerzo, convicción y tenacidad: no es sencillo, pero vale la pena. Que si no se hubieran organizado no hubieran podido sacar al crimen organizado, ni hubieran podido evitar que una minera extranjera se instalara para explotar los recursos, sin consideración alguna con la comunidad y los efectos adversos que pudiera causar. Que si no se hubieran organizado no podrían ahora relacionarse de maneras más justas entre ellxs. Que ahora que están organizados el Estado no puede ya tomar decisiones ahí por su cuenta.

Los compas de la Escuela Campesina impartieron talleres sobre construcción y estructuras parasísimicas

Eventualmente tuvimos que retirarnos, regresar para seguirnos organizando junto a nuestrxs camaradas. Volvimos con gratos recuerdos, el sol en nuestra piel, nuevas amistades, el oleaje en los ojos y un dulce y fresco sabor a coco; pero, sobre todo, nos quedamos con el aprendizaje, un cúmulo de saberes, y la reiteración de que otro mundo sí es posible.

Apéndice

Poco después de regresar de Ostula y redactar este escrito se comunicó la lamentable noticia del asesinato del compañero Juan Medina. Vemos necesario agregar este apéndice para hablar al respecto.

Juan Medina era parte de la organización comunal en la localidad, ejerció diversos cargos dentro de la misma: Jefe de Tenencia en el 2022, consejero comunal, partícipe en la creación del estatuto comunal, guardia comunal, encargado del orden y colaborador en la Comisión de Comunicación. El 14 de abril de este año resultó vilmente asesinado estando en la compañía de su esposa.

En la Juventud Comunista compartimos la rabia, la tristeza y la exigencia de justicia ante este suceso. Tristemente desde antes del levantamiento de la comunidad y despúes de éste, no son inusuales estos trágicos acontecimientos. Muchas vidas se han perdido en su lucha por la justicia y la vida. Tan sólo en este año: el 12 de enero Isaul Nemecio Zambrano, Miguel Estrada Reyes y Rolando Mauno Zambrano, todos guardias comunales fueron asesinados. El 15 de enero el abogado Ricardo Lagunes y el profesor Antonio Díaz desaparecieron. El 1 de abril Eustacio Alcalá cayó a manos del crimen organizado. Aún así, lxs compas se mantienen firmes y seguirán su lucha hasta que termine la injusticia.

Tengamos siempre presentes a todas las personas que faltan y todo el sacrificio que ha implicado este proceso. ¡Hasta la victoria siempre!

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