Por CJB Lázaro Cárdenas

“Los jóvenes no han podido escapar de la lucha de clases. Los que se solidarizan con los principios revolucionarios están de acuerdo con la educación socialista en cuanto a que esta escuela los preparará para servir al proletariado en la obra de su emancipación económica”

Lázaro Cárdenas

Más allá de la encarnizada batalla entre caudillos, de la que  no se cansan de hacer mención los historiadores actuales, la Revolución Mexicana significó la elevación a rango constitucional de las principales demandas de nuestro pueblo: Tierra, trabajo digno y educación al alcance de todos.

En 1934, con el ascenso al poder del General Lázaro Cárdenas del Río, surge un debate en torno a la educación que debe impartir el Estado, pues se dice que la única manera de romper los grilletes que encadenan al país e impiden su progreso, es inculcar en los mexicanos una consciencia de clase que despierte en ellos la fuerte convicción de arrebatarle los medios de producción a los explotadores para poder poner la técnica al servicio de una patria mejor, pero para lograrlo había que implementar un método que hacía temblar a los poderosos: El socialismo.

Finalmente se aprueba una reforma al artículo 3° de la Constitución y se introduce al Socialismo Científico como sistema de enseñanza en la República mexicana, es entonces que se empiezan a formar en todo el país escuelas rurales y centros de enseñanza técnica.

 

El Instituto Politécnico Nacional nace de este proceso, buscando empoderar a los trabajadores sobre la gran burguesía nacional, creando profesionistas capaces de contribuir al desarrollo industrial del país y, llegado el tiempo, convertir al proletariado en la clase dominante del país.

Es por eso que el IPN en sus inicios estuvo fuertemente ligado a las grandes luchas del pueblo de México, agrupando a la clase trabajadora, a los campesinos y a la ciudadanía consciente en la búsqueda de construir una sociedad libre de la explotación del hombre por el hombre.  

Sin embargo, la concepción paternalista del gobierno Cardenista; en la que la pequeña burguesía radical pretendía enseñarle al proletariado como acabar con el capitalismo, y la falta de un partido obrero marxista que sirviera de guía ideológico, hicieron que en 1945, al entrar Ávila Camacho al poder, se volviera reformar el artículo 3°.

Pero el fracaso no fue del modelo, sino de la poca formación teórica de quienes querían aplicarlo. Justamente en estos momentos en que el caos gobierna terriblemente y el pueblo de mexicano se ve sojuzgado ante un régimen déspota e insensible al sufrimiento humano, es cuando más se necesita de vuelta a la educación socialista, pues si se desea construir una sociedad más justa es necesario luchar por un sistema educativo que enseñe a pensar y no a obedecer.

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