Hace 40 años, un 14 de febrero de 1974, cuando el reloj marcaba las 11:00 pm dentro de una casa de seguridad en Nepantla (hogar de compañer@s integrantes de las Fuerzas de Liberación Nacional) se vieron bengalas en el cielo como aviso de la masacre que iba a suceder. Granadas, balazos y los gritos de “¡Ríndanse!”

5 meses atrás, Dení Prieto Stock había llegado a la casa de Nepantla.

Decidió ingresar a las filas del clandestinaje en un época convulsa para México, dentro de una guerra sucia en contra de los movimientos sociales. Con apenas 19 años, tenía la firme convicción de que esto tenía que cambiar y ella no podría estar de manos cruzadas. Fue consecuente con sus ideas y su formación política como heredera de una familia comunista que la acercó desde muy pequeña a los cambios que los sistemas estaban dando alrededor del mundo en contra del capitalismo.

En Nepantla, realizó un excelente trabajo: fue solidaria y fraterna, defendía sus ideas y siempre estaba dispuesta a aprender. Lamentablemente esa noche de febrero “María Luisa” (su nombre de guerrillera), fue blanco de 9 balas que le arrancaron la vida y frenaron su arrojo y convicción de cambiar al mundo.

En nuestro Colectivo Juvenil de Base, tomamos su nombre para reivindicar su nombre, ¡honor a quien honor merece! Tratamos de emular en la práctica su entrega, su compromiso, su amor a los ideales y a la lucha, hacemos el pequeño esfuerzo, desde nuestras capacidades, de continuar con su lucha y con su ejemplo.

Es por eso que el día de hoy en un humilde homenaje, presentamos un documental que nos narró su vida de niña, sus primeros pasos en los movimientos sociales, sus amores, su ingreso a las FLN y su trágico desenlace: Dení: Flor en Otomí.

Desde este otro norte de México, saludamos con alegría a lxs que luchan y gritamos con entusiasmo….¡Dení vive, la lucha sigue!

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