¿Qué cosecha un país que siembra cuerpos? Se leía en una de las tantísimas pancartas que los ciudadanos sostenían, en sus manos y en su dolor, en las marchas realizadas en distintas partes de México, como protesta por los hechos criminales por parte del gobierno de Guerrero, hacía su pueblo.
La noche del pasado 26 de septiembre se tiñó de luto e incertidumbre a causa de 43 estudiantes normalistas desaparecidos y varios civiles asesinados en Iguala, Guerrero. Policías municipales por una supuesta orden del entonces alcalde Abarca dispararon sus armas contra un grupo de estudiantes, lo que dejó seis muertos, 25 heridos y 43 desaparecidos, los cuales según la fiscalía fueron entregados al grupo criminal Guerreros Unidos.
La orden fue dada por el alcalde en justificación de que los jóvenes no fueran a sabotear un informe del DIF de su esposa Ángeles Pineda Villa. Actualmente ambos se encuentran prófugos.
Después de este hecho brutal y que supera el concepto de injusticia, no se ha podido esclarecer el paradero de los desaparecidos. Algunas fuentes afirman que los cuerpos fueron calcinados y arrojados en fosas clandestinas, de lo cual el gobierno se ha deslindado.
Por otra parte, la Procuraduría General de Justicia (PGR) ha querido incriminar a los estudiantes normalistas como parte de los criminales, para limpiarse las manos.
Esta historia, con tantas versiones transversas, pareciera ser una película surrealista de horror. Desarrollada ésta en un país parricida, pues asesina a sus propios hijos, los bastardos, los inválidos. Estudiantes de izquierda que se preparaban para dar clases en comunidades rurales, situadas en el tercer estado más pobre de México. En donde el narcotráfico se situó desde hace décadas, gracias al abastecimiento de droga hacía Estados Unidos, el eterno yugo norteamericano.
La lucha a pesar de la inclusión capitalista
Guerrero le ha hecho honor a su nombre, pues entre tanta miseria y violencia, ha alzado la voz y levantado el espíritu combatiente con la formación de distintas organizaciones revolucionarias, entre las que destacan el “Partido de los pobres” dirigido por Lucio Cabañas y la “Asociación Cívica Nacional Revolucionaria”, de Genaro Vázquez, ambos profesores.
La lucha en la docencia es un punto clave en la historia de Guerrero, pues los maestros han trascendido gracias al poder de su organización combativa. Sin embargo, hoy futuros maestros fueron callados, negados y desaparecidos en la incertidumbre de la muerte, la cual no pudieron elegir de una manera digna, pues en este sistema opresor y asesino, que es el capitalista, el hombre pobre no tiene derecho ni a elegir su propia muerte.
La muerte en el sistema de México es una burla ya, lejos de ser un festejo. Se vive a diario en nuestra condición de pobres. En el plato raquítico de comida, en la ropa que vestimos, en las enfermedades que adquirimos, en la monotonía del trabajo, entre otras cosas. Además de tener que padecer esta muerte quedita, diario, el sistema criminal quita del camino a las mentes pensantes y de lucha, que son las peligrosas, por medio de la sangre, la cual limpia adjudicando el hecho a grupos criminales ya establecidos, como el narcotráfico, que al final de cuentas es lo mismo.
Hoy han tocado a piezas claves de la ruptura opositora. Los han desaparecido y los han querido incriminar. Han tocado a compañeros estudiantes normalistas, pero nos han lastimado a todos.
SILVIA MADERO
No responses yet