Si todas las ideas tienen igual validez, estamos perdidos,
porque entonces, me parece, ninguna idea tiene validez en lo absoluto.
Carl Sagan
Muchos de nosotros disfrutamos de la famosa serie de la teoría del big bang, de ese cuarteto de inadaptados y brillantes científicos que un día sí y el otro también se enfrentan a la vida desde una perspectiva científica contra… bueno el resto del mundo.
Ahora bien, una de las escenas que mas debate ocasionó entre los fans de la serie fue cuando Sheldon y su madre discuten sobre el creacionismo vs la evolución, el dialogo es el siguiente.
Sheldon: Pasaré el resto de mi vida en Texas, intentando enseñar la evolución a los creacionistas.
Mary Cooper: Cuida tus palabras, Shelly. Todo el mundo tiene derecho a su opinión.
Sheldon: la evolución no es una opinión, es un hecho.
Mary Cooper: Y esa es tu opinión.
https://www.youtube.com/watch?v=qv9SJE0Mfco
La postura de la madre de Sheldon, pese a ser profundamente cristiana y ser bastante obvio que nunca ha leído un libro de ciencia en toda su vida, se basa en una ideología que poco a poco se ha estado imponiendo en las escuelas del país y cuyo debate se está llevando en muchas universidades. En pocas palabras: la ciencia como forma de conocimiento contra el relativismo que defiende el posmodernismo.
Ahora bien, este texto no pretende ser un tratado sobre el posmodernismo ni un ataque en toda la línea. El posmodernismo ha traído algunos debates interesantes a las ciencias sociales que de otra forma nunca se hubiesen siquiera planteado, así como algunas maravillosa obras literarias, pero (siempre hay un pero en estas cuestiones) en amplios sectores de la población estudiantil e intelectual ha pasado de ser una epistemología (una teoría para llegar al conocimiento) a una ideología (conjunto de ideas relacionadas entre sí para dar con una explicación a la realidad).
Así el posmodernismo al masificarse se vulgariza, se transforma en una “pose” pasando a ser una forma de crear identidad individual y colectiva en determinados círculos sociales así como una forma en la cual sectores no especializados en un tema puedan participar en discusiones de carácter académico bajo la premisa de que toda opinión es igualmente valida.
Pero primero habría que definir un poco qué es el posmodernismo o la posmodernidad: según algunos autores nace en las luchas entre Sócrates y Protágoras, un grupo diferente alega que los posmodernos son herederos del romanticismo alemán del siglo XIX, para otros nace con Nietzsche y su filosofía vitalista. Debate aparte, como gesto cultural de masas aparece en la década de los 60´s y toma forma tras la caída del Muro de Berlín. Esta nueva etapa tan festejada por los posmodernistas se caracteriza por la hegemonía del capitalismo en su forma neoliberal, la globalización (económica, política y cultural) y el agotamiento de los “relatos” que daban un sentido de permanencia y misión histórica a grupos e individuos (nacionalidad, religión, ideología) y el “derrumbe” de las categorías binarias en las cuales clasificábamos el mundo (occidente vs oriente, femenino vs masculino, alta cultura vs cultura popular) entre otras cosas.
Posmoderno significa “después de la modernidad” e implica varias posturas ideológicas propias de un mundo neoliberal, no me extenderé sobre las consecuencias del posmodernismo en diversos terrenos como la política o la estética, (del cual hay bastantes ejemplos), nos concentraremos en las consecuencias que la mentalidad posmoderna ha tenido sobre la ciencia, lo cual ha llegado hasta niveles de la parodia de la parodia, cuando deja de ser incluso gracioso.
¿En qué consiste la postura del posmodernismo con respecto a la ciencia? Para el posmodernismo todo es una “narrativa”, una serie de racionalizaciones y creencias que una civilización dada se da a sí misma para poder explicarse (ellos dicen construirse) el mundo que los rodea y por lo tanto la ciencia es solo algo que construimos para entender el mundo, de esa forma no hay ninguna diferencia entre la teoría del big bang con la creencia que todo el universo se construyo en 7 días hace 6000 años o la que el mundo está sostenido por elefantes que a su vez reposan sobre una tortuga gigante.
Así, bajo esta postura la ciencia no hace descubrimientos si no que inventa “mitos” adecuados al espectro cultural en el cual se desarrolla. Llevando estas premisas a su conclusión llegan a afirmar que no existe realidad externa si no que solo hay preconcepciones humanas y construcciones culturales, y que como la realidad no existe esta no se descubre… se inventa. Así que no existe nada, solo existe lo que se cree, por lo tanto las diferentes narrativas que las culturas han construido a lo largo del tiempo son igualmente validas (sí, consideran igual de valida la ley de la gravedad al compararla con la generación espontanea) aunque sean mutuamente excluyentes. A este subjetivismo extremo lo llaman “relativismo epistémico”.
Así, desde el punto de vista posmoderno, toda narrativa es construida por el ser humano, y como la ciencia es una narrativa creada por humanos por consiguiente debe estar mal: consideran a la ciencia “blanca” (creen que es racista) occidental, eurocentrista, machista, elitista, clasista, opresiva, y un largo etc. en el cual incluyen: capitalista y ser el instrumento con el cual los opresores controlan a los oprimidos. De esa forma llegan a la conclusión de como todas las narrativas son igualmente reales (decir que todas son reales es otra forma de decir que ninguna lo es) entonces debemos darle prioridad a aquellas que sean “incluyentes, plurales y tolerantes” y si estas narraciones provienen de grupos que hayan sido históricamente oprimidos o marginados mejor que mejor. ¿Por qué? En su enfoque al dar una narrativa no científica (que nuevamente hay que recalcar que la consideran hegemónica, masculina, occidental y capitalista) han hecho de la corrección política una epistemología.
Sí es bastante contradictorio y alejado de todo rigor lógico… lo cual también es parte del posmodernismo. La lógica también es negada por esta ideología. Consideran que una argumentación no tiene que ser coherente para ser verdadera, lo que importa es que como no existe una verdad objetiva entonces cualquier subjetividad tiene su propia lógica.
Si bien sus primeras manifestaciones datan de la década de los 60´s estas se daban dentro de las academias, se pone de moda en la década de los 90´s y (lamentablemente) caló dentro de un sector de las ciencias sociales que se encontraba en un debate desventajoso con las ciencias naturales exactas que lo usaron como argumentación contra estos. Así les llegó como regalo que todo conocimiento científico es solo una “construcción cultural” y que toda la erudición resultante de siglos de lucha contra los fanatismos y supersticiones no eran más que relatos, así ¡oh sorpresa! durante el juicio de Galileo la opinión de la Santa Inquisición tenía el mismo valor que la del científico juzgado. Para el posmodernismo el conocimiento al no ser objetivo está abierto a la interpretación subjetiva, ya que la verdad es inalcanzable, ergo, la ciencia por sí misma no es tan importante. (Sí, todos notamos la contradicción subyacente en esta afirmación pero recordémoslo, el posmodernismo niega la lógica)
Ahora bien ¿Qué de peligroso tiene esto para el debate revolucionario? Nunca faltan el par de subnormales que nieguen la ciencia en pro de una ideología, sea un fascista que habla de acabar con los pueblos eslavos, un anarquista que te llama opresor por criticar los bloques negros, un vegano que te insulta por comer carne o un fundamentalista que defienda el creacionismo. Pues que este discurso posmoderno no solo ha permeado en las ciencias sociales si no entre los círculos de izquierda revolucionaria.
Y ese si se convirtió en un problema cuando sectores anticapitalistas se tragaron el discurso que la ciencia es (bueno, ya sabemos todos los adjetivos con los que los posmodernos califican al capitalismo) entonces creyeron convincente que luchar contra el capitalismo (noble objetivo, está por demás decirlo) era luchar contra la ciencia (premisa estúpida, por cierto) y así los posmodernos declararon las Science Wars… o las “guerras de la ciencia” en las cuales por un lado estaban los que argumentaban la subjetividad epistémica y por otro lado, aquellos que defendían la objetividad del conocimiento científico, así para muchos defender el posmodernismo se convirtió en requisito para ser anticapitalista.
Y así es como se llegó a niveles de parodia e irracionalidad, como la feminista Katherine Hayles quien llego a afirmar que la mecánica de fluidos está insuficientemente desarrollada respecto a la de sólidos al identificarse lo sólido con lo masculino y lo fluido con lo femenino, y prestarle menos atención a esto último. Según Hayles, en el hombre también lo fluido tiene un cierto papel (semen, etc.) pero mucho menos que la rigidez de sus órganos, y no se toma en cuenta. En cambio las mujeres no tienen órganos sexuales rígidos, en ellas tiene importancia la menstruación, etc. Por eso, dada la postergación de lo femenino, no es extraño que la mecánica de fluidos esté menos desarrollada que la de sólidos, y que el fluido exista sólo como “no sólido”, como la mujer existe como “no hombre”.
Y como este hay muchos disparates.
Y ese desarrollo ideológico en sectores de la izquierda es lo que ha permitido despropósitos como que en el Auditorio Che Guevara (hoy llamado por algunos usurpadores del espacio Okupa Che Guevara), siguiendo la línea de la posmoderna Luce Irigaray que considera a las leyes de Newton un “manual para la violación” se den talleres que incluyen reiki, acupuntura, calendario lunar… incluso “elaboración de toallas femeninas autogestivas” como las que usaban las brujas de los bosques en el feudalismo, (si, aquel periodo de alto nivel de mortalidad femenil por causa de la ignorancia en anatomía básica), todo esto claro está justificado por los siglos de opresión contra… bueno, creo que es un poco obvio lo que la ciencia esta “oprimiendo” lamentablemente es una muestra más de cómo en un espacio que lleva el nombre de un hombre que luchó toda su vida contra el capitalismo y que era también un hombre que dedicó su vida al conocimiento (el Che no solo disparaba, también era medico –una ciencia natural- como también un teórico del materialismo histórico, la ciencia del marxismo) termine dando cursos sobre antihigiénicas toallas femeninas “coherentes con la naturaleza” utilizando “conocimiento ancestral” de… la edad media, por otro lado, estoy seguro que las “brujas” que así llamó el Santo Oficio, (mujeres que si lucharon por su libertad en oposición a la iglesia católica y murieron en la hoguera a causa de ella) estarían más que encantadas con el avance de la ciencia que ahora sí permite a la mujer decidir libremente sobre su cuerpo y su sexualidad.
Así para el posmoderno todo científico, es más, todo aquel que defienda la ciencia consciente o inconscientemente es un promotor del cientismo (colmo del absurdo, es como decir que todos los blancos escuchan country y son miembros del Ku Kux Klan o que todos los negros son raperos y adictos consumidores de crack) y por ello afirman que el debate entre quienes defienden la ciencia contra quienes la atacan no es más que otra lucha entre reacción y revolución.
El problema se agrandó cuando no solo los posmodernos de izquierda decidieron verlo de esta forma, si no cuando los derechistas aprovecharon esta situación para presentarse a sí mismos como los únicos defensores del progreso, la racionalidad y el pensamiento científico y que la izquierda no eran más que un montón de hippies drogadictos, malvestidos y que consideraban no usar el desodorante como algo revolucionario que “colmo de los colmos” retrasaban el avance del conocimiento al defender supersticiones. Y poco a poco muchos lo interiorizaron, muchos, más de los que nos gusta aceptar de intelectuales, científicos sociales y artistas que se presentaban a sí mismos como la izquierda (e incluso los que no se decían de izquierda y afirmaban que la lucha era arriba vs abajo) adoptaron todo tipo de creencias irracionales y supersticiosas (doble bonus si estas eran de origen no occidental, basta leer cualquier fanzine escrito por universitarios “antiautoritarios” o cualquier taller “autogestivo” donde enseñan técnicas de chakras o sanación “cuántica” o los foros donde se defiende una dieta vegana, el origen de la humanidad como un experimento de los Anunakis o campañas contra las vacunas) y fueron numerosos los autores de diferentes tendencias reaccionarias (neoliberales, fascistas, conservadores, etc) que con alevosía y ventaja se aprovecharon de esta debilidad para presentar a los revolucionarios como personas en cuya naturaleza es ser irracionales, crédulos y estúpidos y peor aun relacionar a las ideas revolucionarias con estas últimas características.
Así los más perjudicados por el dogma posmoderno (a diferencia de la ciencia cuya finalidad es precisamente evitar los dogmas) fueron precisamente aquellos que buscan hacer ciencias sociales y las personas que buscan cambiar la situación social. En defensa de la ciencia y el pensamiento racional podemos decir que estas efectivamente funcionan. Los científicos siguen trabajando con sus métodos y dando resultados porque está demostrado que la ciencia si bien no perfecta es perfectible, y continúan perfeccionando el método científico sin importarles que los pensadores posmodernistas malbaraten la teoría de la relatividad para decir que todo es relativo (se nota que no comprenden a que se refería Einstein cuando enuncio su ecuación) pero eso no quita el hecho que los científicos sociales y la izquierda revolucionaria esté cavando su propia tumba al renunciar a su mayor aliado desde la Ilustración.
Porque parece que se creó alguna amnesia histórica. Desde la caída del feudalismo ha sido la ciencia la principal aliada de la izquierda ¿o ya se olvidó que por ejemplo la refutación del derecho divino permitió guillotinar a diestra y siniestra a la nobleza francesa? El avance del conocimiento científico ha permitido derrumbar los mitos irracionales con los cuales los poderosos mantienen su hegemonía cultural (no hay que olvidar que para mantener el poder político primero se necesita dictaminar la cultura dominante) y su jodido y explotador sistema social, político y económico. Al renegar de la ilustración, de las revoluciones francesa y bolchevique, del pensamiento racional y de la ciencia aquellos que se dicen revolucionarios abandonaron su más poderoso aliado (y sí, los que defienden la rabia y el espontaneismo en vez del pensamiento racional y científico como teoría y práctica revolucionaria consciente o inconscientemente son parte del problema y de todo lo que está mal con este mundo). Este texto no es un llamado a entrar en razón a esos sectores (muchos ya están perdidos) si no para los que ya llegaron hasta esta parte y no han renegado del texto calificándolo de “otro montón de galimatías dichos por quienes ya interiorizaron el sistema” la izquierda revolucionaria no es un grupo de chairos pachecos, libertarios indisciplinados o pejezombies, la izquierda revolucionaria quiere hacer la revolución, busca la alianza obrero-campesina-intelectual para construir el poder popular, construir el socialismo.
Y siempre es buen momento para reírse: hay que mantener siempre presente el escándalo Sokal.
Y por supuesto recordar a uno de los maestros de la sospecha: Nietzsche y uno de sus celebres aforismos ““Quien se sabe profundo, se esfuerza en ser claro, quien quiere parecer profundo a los ojos de la multitud, se esfuerza en ser oscuro. Pues la multitud tiene por profundo todo aquello cuyo fondo no logra ver, ¡tiene tanto miedo a ahogarse!” en pocas palabras, aquellos que buscan que los entiendan explican todo de forma clara y concisa. Aquellos que no tienen nada que decir se esfuerzan en los rodeos y las frases ambivalentes buscando confundir al oyente, el lenguaje aquí es una herramienta que sirve para revelar la verdad u ocultarla de acuerdo a los intereses del ponente.
La claridad siempre pone en evidencia la falta de contenido.
De nuevo al escándalo Sokal. En 1996 la revista de estudios culturales posmodernos Social Text publicó un artículo suyo sobre el sentido de la realidad con el título de Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity(«La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica») todo escrito con una oscura y densa semántica posmoderna donde postulaba la tesis de que en realidad la gravedad cuántica es solo un constructo social, es decir que la gravedad solo existe porque el consenso social nos dicta que esta existe y si afecta a toda la población es porque un gran número de personas aun cree en ella.
Por supuesto la escribió en el ambivalente, denso y oscuro lenguaje que tanto cultivan los posmodernos.
Básicamente, escribió un artículo pseudocientifico.
Y en poco tiempo el mismo Sokal anuncio en otra revista “Lingua Franca” que todo el articulo era una farsa compuesta sobre todo por “un pastiche de jerga postmodernista, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes fuera de contexto y un rotundo sinsentido”, que se “apoyaba en las citas más estúpidas que había podido encontrar sobrematemáticasyfísicas hechas por universitarios genéricamente llamados postmodernos”
¿Por qué escribió este artículo? Para demostrar que una revista posmoderna era capaz de publicar cualquier sinsentido científico siempre y cuando suene bien, sea poco entendible para las masas y que apoye la posición ideológica de los editores.
Cabe mencionar que editores, lectores y defensores de la rigurosidad de esta revista fueron dejados en ridículo.
Y no, el autor de este articulo no era ni un republicano, ni alguien del tea party ni de la hermandad aria, el autor era de un profesor de izquierda que había apoyado al gobierno sandinista en Nicaragua dando clases de matemáticas a hijos de campesinos en medio de la selva arrasada por las bombas mientras se preparaban para luchar contra “la contra” grupos terroristas de extrema derecha financiadas por la CIA, el departamento de estado gringo y la cocaína.
La parte más jodidamente graciosa es que en aquellos países del primer mundo donde se originó el posmodernismo este está comenzando a verse como un vestigio de la generación X (el mismo autor del “Contra el método” texto donde Paul Feyerabend argumentaba que la ciencia era una religión mas, moderó con los años su posición llegando a aceptar que la ciencia sí funciona, e incluso aceptó que escribió este texto más bien con ánimo de provocar controversia ya que se confesó “anarquista epistémico”) mientras que en un país del tercer mundo como México tiene cada vez más presencia ya que se toma como el último grito de la moda.
En fin, ya para terminar hay un excelente libro en el cual se puede profundizar en la ciencia y su lucha contra la irracionalidad, la superstición y el pensamiento relativo: Imposturas intelectuales escrito por el bromista del que ya hablamos: Alan Sokal y un colaborador: Jean Bricmont. Comienza con una serie de disparates que han dicho varias vacas sagradas del posmodernismo incluyendo a Kristeva, Irigaray, Latour y Baudrillard, pero no se queda ahí, no es un libro de chistes, si así fuera no tendría más valor que provocar algunas risas.
Arrasan con todo: se van contra el relativismo epistémico y el daño que ha provocado en la difusión del pensamiento científico y presentan argumentos de verdad (no falacias ni juegos del lenguaje) sobre cómo la ciencia si bien no es perfecta es perfectible al no ser una ideología que pueda estar o no de moda y que esta es la mejor herramienta de la cual disponemos para conocer el mundo que nos rodea ya que aunque sus conclusiones puedan no ser absolutas son al menos objetivas y que funcionan mejor que cualquier otra forma de conocimiento. Y por supuesto repasa el daño que el relativismo epistémico ha causado en países del tercer mundo como el nuestro, en donde se ha instado a rechazar la herencia de la Ilustración cuando aún no ha sido adoptada del todo.
Y por supuesto un breve repaso para explicar algunos conceptos de ciencias exactas que han causado gran confusión entre el público no especializado o en los intelectuales posmodernos (asi es, las calles están llenas de charlatanes que habla de curarse con imanes) entre los cuales se cuentan: la teoría del caos, matemáticas fractales, la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica, el principio de indeterminación, etc. Todo esto con el admirable tesón de mostrar la diferencia entre ciencia y superstición para combatir a todos aquellos que emplean un lenguaje no coloquial y que presume sin serlo de científico (en pocas palabras pseudociencia), y así, aprovechándose de la ignorancia de su público viven de su charlatanería, haciendo mal uso de las palabras, las teorías y los conceptos… pero viven de sus discursos, y entre esos estafadores se cuenta más de un posmoderno.
Así nos explican que el principio de indeterminación no quiere decir que no podemos siquiera aspirar al conocimiento o que la teoría de la relatividad no quiere decir que la ética, la estética o el conocimiento sean relativos, entre otros malentendidos.
Ya como epilogo hay varias recomendaciones para restablecer el diálogo entre ciencias exactas y naturales con las sociales y humanísticas que incluyan un mutuo saber de los temas de los cuales se está hablando, una breve semblanza de cómo se llegó a una situación tan absurda y porqué es tan importante la interdisciplinariedad para ambos campos del conocimiento. Incluye también la jodidamente graciosa burla de Sokal y un par de apéndices más.
A modo de conclusión tanto el recomendado texto como estas líneas que acabas de leer llegan al siguiente punto: lo que decimos es que entre la explicación del universo que da una persona que piensa que cortando cabezas de gallinas puede hacer una brujería y Stephen Hawking (reputado divulgador de la ciencia, astrónomo y físico) es preferible la visión del científico pero que debemos luchar para que ambos, es más, que todas las personas puedan de tener los mismos derechos de salud, vivienda, trabajo, educación, etc. y así podemos afirmar que si bien imperfecta, la ciencia es la mejor forma de conocimiento del que disponemos, nuestro mayor aliado en la lucha contra los tiranos de este mundo, no renunciemos a ella a favor de misticismo y dogmas pseudocientíficos.
Natán Abdiel
Iván Alonso
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