Salaverna es un pueblito minero ubicado en el norte de nuestro estado, en esta zona del semidesierto zacatecano dos características distintivas se ven por igual, la riqueza desmedida del subsuelo minero, y la pobreza hiriente, ofensiva, de la superficie. Salaverna no es la excepción, la minería no es por completo una maldición, después de todo a ella le debe su concepción, según los testimonios de los lugareños el pequeño pueblo se fundó hace unos 200 o 300 años, igual que la capital del Estado, se formo de gambusinos “artesanales” que sacaban para ellos muestras reducidas de material. Sin embargo hoy esa opulencia oculta bajo la tierra que fue en un primer momento su razón de existir es ahora también la razón por la que pueden desaparecer.
Desde el 2008 están enfrascados en una batalla legal, por la propiedad de la tierra, la misma que por generaciones pasó de padres a hijos, ahora viene una empresa ajena completamente externa y les dice que fueron vendidos y comprados con sus casas, con sus burros, con borregos, con sus perros, incluso “usos y costumbres” etc, como si de la época de la colonia se tratara, sin embargo la disputa legal no ha servido para que la minera deje de operar de manera normal, de hecho todo lo contrario la empresa está en un proceso de plena expansión, y la existencia de esta comunidad sobre la superficie es por decirlo menos, inconveniente.
Diariamente los habitantes de Salaverna se han visto obligados a normalizar los pequeños temblores, las sacudidas de tierra, y los daños sufridos en sus propiedades, saben que la minera lo hace a propósito, no solo por sacar el mineral, lo hacen para que la gente del poblado se decida de una vez por todas a tomar los 15 mil pesos que les ofrece la mina, y una casita en una nueva comunidad de estilo “fraccionamiento/suburbio” a un par de kilómetros del Salaverna original, eso si la casita, solo tiene las dimensiones que los modestos recursos de la empresa les permiten, además el contrato establece que las casas que habitan solo están comodato, por 30 años, en lo que se acaba la mina claro, cuando la empresa termine con su negocio los habitantes de Salaverna claramente deberán buscar otra forma y otro lugar donde sobrevivir, muchos habitantes del nuevo Salaverna, están descontentos y se sienten timados, sin embargo sus antiguas casas ya fueron demolidas, en el lugar original donde estaban solo quedan montones de piedras derruidas, la antigua escuela y la iglesia están a punto de caer, sus daños estructurales se deben única y exclusivamente a las detonaciones que día con día cimbran los cimientos de la comunidad, pero las autoridades no están pintadas, protección civil ya emitió un comunicado en el que manifiestan su disposición de resguardar la integridad física de los habitantes, aun contra su voluntad y bajo esta lógica, amenazaron – informaron, que ha quedado claro que el pueblo no es seguro pues existe una falla geológica bajo el mismo, el comunicado sin embargo no señala que planes tiene para la mina, o si la vida de los mineros vale menos que los habitantes de la comunidad, pues en todo caso si arriba es peligroso, imagínense abajo, su heroica determinación de proteger las vidas de cualquier ser humano ¿los llevará a cerrar la mina?
Los empleados de la mina, pero sobretodo los encargados de la “seguridad” nos miran con desconfianza, nos prohíben tomar fotos, como si también tuvieran un papel apócrifo que señale que son dueños del espacio del aire y de la luz, este celo lo guardan los trabajadores a pesar de que nos comentan los pobladores que la condiciones dentro de la mina no son tampoco justas para los mineros, ninguno de ellos quiso hablar con nosotros, nos tenemos que quedar con la versión de los pobladores nuevamente, muchos de los cuales también trabajaron por un tiempo en la mina, la seguridad de los trabajadores no es la prioridad, producir, eso es lo que les importa a los jefes, y sin embargo a pesar de que se sabe que la minera gana mucho explotando esos yacimientos, las jornadas son duras y la paga es muy poca, de 800 a 1200 por semana, lo mismo que gana alguien de capturista, los riesgos en cambio, esos si son muchos, nos comentan los pobladores que no solo se enfrentan a los derrumbes y caída de material, también están expuestos a las sustancias químicas con las que la empresa trata los metales para aumentar el beneficio de estos, mismos que van a dar a los mantos acuíferos cercanos, y que en muchas ocasiones regresan a la población pobre que habita en la superficie, es paradójico, los lugareños también nos enseñaron una declaratoria federal, que incluye sus tierras como parte de una biosfera protegida. Admitimos que no somos muy doctos en eso de la legislación ecología, pero creo que es fácil reconocer hasta para el mas necio, que una minera en el centro de una reserva protegida es una contradicción extraña, pero tampoco por ello la empresa a parado con sus actividades.
Llevábamos comida para compartir con la comunidad, sin embargo, nos preocupó que fuese mal interpretado como una dadiva, pero más que eso la verdad es que no hubo oportunidad, desde el principio los habitantes de la comunidad nos recibieron amablemente con aguas frescas de varios sabores, que incluso tenían hielo, todo un lujo en este paraje semidesértico, pero su generosidad no paró ahí, nos ofrecieron para comer una deliciosa ensalada de nopalitos con pico de gallo, muy sabrosos, tostadas con crema, arroz rojo, y remataron con unos frijoles charros. A nadie discriminaron, todos los enviados de medios y simpatizantes fuimos tratados con la misma hospitalidad, quizá para el lector parezca una cuestión menor, pero la verdad para nosotros que vimos su aislamiento, el acoso de la minera, el estado general del viejo pueblo, fue un gesto muy amable, que no esperábamos.Nos despedimos cordialmente, dejamos empeñada nuestra promesa de volver, de llevar su mensaje al exterior, de crear los lazos que tanta falta nos hacen, y lo haremos. Al comienzo del viaje platicando para pasar el rato, compartimos diferentes inquietudes e información nueva, no solo de la cuestión de Salaverna, muchos tópicos de la política nacional nos había llevado a un estado de pesimismo bastante denso, sin embargo el regreso fue diferente, no solo porque dormimos mas, el ambiente esperanzador se había restablecido, el contacto con las personas, su integridad, su calidez, su fe y su determinación en la defensa de sus derechos nos habían contagiado, volveremos y seremos cada vez más.
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