Ni siquiera los muertos estarán seguros si el enemigo vence. Y ese enemigo no ha cesado de vencer.
Walter Benjamin, Tesis de la historia.
Mañana son las elecciones, mucho ha cambiado social y culturalmente en el país desde la llamada “transición democrática”, momento en que el grueso de la población (nos guste o no) decidió confiar en el proceso electoral para cambiar las cosas, sacar por fin al PRI del poder, al menos eso creían. Nada cambio, o al menos estructuralmente, incluso cuando la oposición ganaba en las urnas, en el 88 Cárdenas se negó a defender el voto de la población, actuando incluso contra las concepciones idealistas del estado defendidas por el liberalismo mal disimulado del PRD (la voluntad general), lo mismo ocurrió nuevamente en 2006, ante el “haiga sido como haiga sido” nuevamente un dirigente de un partido burgués se negó a defender el voto de confianza dado por sus electores. El panorama en que el proceso electoral en México es elegir entre diferentes formas de gestionar el capitalismo, entre el neoliberalismo represivo del PRI, el neoliberalismo con valores conservadores del PAN y el liberalismo “progresista” del PRD o MORENA.
Usemos el estado de Veracruz como ejemplo, una aparente opción de cambio, en este caso visualizada en el candidato de MORENA, presuntamente algo diferente a los Yunes (candidato uno del PRI y sus partidos satélites y otro de la aparente contra natura alianza entre el PAN y el PRD).
Mismo ejemplo lo podemos ver en los 16 estados donde mañana se celebraran elecciones.
¿Cuál es el panorama que se le presenta al estado con esta elección? Un entorno de exacerbaciones de las condiciones aberrantes del sistema capitalista en su etapa neoliberal, no obstante al “el menor mal” aparente que representan los ya mencionados candidatos de esa falsa izquierda. Personalmente no podrán no ser tan aberrantes como los otros candidatos, pero su partido reproduce las mismas prácticas antidemocráticas, populistas, misóginas, condescendientes y burocráticas. Todos los candidatos “progresistas” fueron impuestos por AMLO por ser los líderes estatales con menor brillo propio, dependen enteramente de la suerte de su líder, de tal forma que sus destinos se encuentran unidos. Y aunque no fuese así no deja de ser un partido que jamás ha hablado de salir del marco capitalista, de superarlo, de negarlo…
Ante esto ¿Qué es lo que dice buena parte de la población? Nos grita su desesperación por el entorno empobrecido, empobrecedor y violento en el que vive, pero al mismo tiempo incapacidad: la dificultad de estos sectores de enfocar sus esfuerzos en el cambio verdadero, es más cómodo apoyar a un candidato que saneará el estado (todos, en este punto prometen lo mismo), que organizarse, resistir la ofensiva neoliberal y cambiar las cosas de fondo.
Hay que entender entonces que la lucha no es por el cambio de gobierno, la lucha es por cambiar el poder, que así como existe la lucha de clases existe una lucha entre los poderes de estas clases, ahora el poder dominante, pese a tambalearse sigue siendo el poder de la burguesía, y como ellos tienen el poder emplearan todos los medios para mantenerlo.
Emplearan al estado.
Y es aquí cuando tenemos que explicar a la población el meollo del asunto, que gobierno y estado no son lo mismo, el gobierno es simplemente la junta que administra el estado, el estado es el conjunto de aparatos represivos, (como la policía, el CISEN o el ejercito) aparatos ideológicos, (como la programación de televisa o la iglesia) etc. con los cuales una clase ejerce su dominio sobre las otras, en este caso es la burguesía imperialistas (aliada con una burguesía colaboracionista mexicana) quienes son los dueños del estado ¿acaso hay posibilidad que mediante un cambio de gobierno se cambie el estado? No, incluso si la izquierda de esta derecha (MORENA o el Movimiento Ciudadano) ganaran las elecciones y accedieran al gobierno los mismos mecanismos del estado les impedirían actuar de otro modo, esto no sucede solo en México, la misma burguesía estadounidense orquesto el asesinato de un presidente y un senador ex fiscal general en los Estados Unidos (los hermanos John y Robert Kennedy) cuando estos liberales, nada sospechosos de ser revolucionarios fueron incómodos a sus intereses.
Ante esta situación ¿Qué partido se mostraría interesado en participar en estas elecciones? Uno que no cuestione este sistema, este estado y que además acepte sus reglas de juego, ninguno de los actuales partidos habla de combatir a este estado burgués, lo más que llegan a decir es que hay que evitar sus peores excesos.
Así, ninguno de los partidos que mañana participara en las elecciones representa entonces los intereses de las masas trabajadoras.
Bajo esas circunstancias ¿Dónde está el cambio ahora? Dejando de lado la teoría moralista y metafísica de “el cambio está en uno mismo” vemos que el cambio lo encontramos fuera de los aparatos oficiales, la encontramos en las masas organizadas que no solo piden o ruegan si no exigen una salida a este sistema irracional, absurdo e injusto, lo encontramos en las organizaciones de abajo y a la izquierda que ayer y hoy se enfrentan al estado y al capitalismo. La salida a este problema no lo encontramos en votar en estas elecciones, si no en dar continuidad a las luchas dadas anteriormente, a las dementes cargas de los dorados de Villa cuando tomaron Ojinaga o Zacatecas, viene de recoger el fusil que dejo de disparar ese 23 de septiembre en la sierra de Chihuahua, viene en continuar repartiendo el periódico Madera, viene en no dejar caer los machetes de Atenco y en continuar exigiendo la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Y esa es la clave, no solo somos el hoy, somos el futuro del ayer ¿Qué haremos ante el recuerdo de todos los que ya lucharon y hoy no están con nosotros? Dice una poesía que evitar olvidar o vender ese pasado, o arrendar una sola hectárea de su olvido. Y exactamente eso es lo que debemos de hacer, darle continuidad a todos los que lucharon en el pasado y vencer, si no queremos que estén doblemente muertos, muertos físicamente y muerta la causa por la cual dieron la vida.
Y esa segunda muerte es la que verdaderamente duele. La pregunta para cambiar el sistema y darle victoria al pasado no estriba en una interrogación “¿Mañana por quien vas a votar?”, pasa por una afirmación “Mañana vamos a seguir luchando”.
Porque si ellos pierden significa que también nosotros perdimos.
Porque si nosotros ganamos significa que ellos también vencieron.
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