Como es bien sabido, el 1° de Mayo, se ha dado a conocer como el Día del Trabajo, por lo que podemos observar en las calles festejos, trabajadores aprovechando para descansar, movilizaciones y marchas a nivel nacional e internacional. Viendo las marchas del pasado 1 de Mayo que se realizaron en México, es que nos preguntamos, ¿cuál es la importancia de salir a marchar y tomar las calles? Justo es la de recordarle a la población y al imaginario colectivo, que éste lejos de ser un día para festejar el trabajo, es para conmemorar un hecho histórico.
En Chicago el 1 de mayo de 1886, se convoca a una huelga general que peleaba una jornada laboral de ocho horas. Los trabajadores tenían salarios miserables y trabajaban 16 horas diarias. En la protesta varios obreros son asesinados y en el lugar estalla una bomba, ocho trabajadores son injustamente acusados del ataque y cinco son ahorcados. “La voz que vas a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”, decía August Spice momentos antes de ser ahorcado. Por eso el 1° de Mayo, más que celebrar el Día del Trabajo, se conmemora el Día de las y los trabajadorxs como un homenaje a los llamados mártires de Chicago.
Mención especial queremos hacer, al hablar del trabajo que hacen millones de mujeres en el ámbito doméstico, y que obedece a la asignación de roles de género naturalizados a través de la educación machista. Este trabajo que se ha tenido que desempeñar desde el ámbito privado, “porque ese nos toca”, ha sido sistemáticamente invisibilizado y no valorado como digno, para prueba de ello, aún podemos ver en los hogares como esas labores no son reconocidas, ni mucho menos pensar en una remuneración económica por dichos trabajos. Compartimos el testimonio y reflexión de una compañera:
“EL TRABAJO EN CASA: por María Ontiveros Molina.
Soy una de tantas mujeres que ha dedicado su vida al trabajo doméstico, desde que recuerdo, mis padres decían que yo no tenía derecho a opinar o incluso, pedir se preparara algunas comidas de mi gusto, porque me decían que como yo no trabajaba y no aportaba dinero al hogar, los que debían decidir eran mi padre y hermanxs. E inclusive, cuando quería ropa, zapatos u otras cosas que me gustaban, la respuesta que recibía era “que como quería comprarme algo, si no trabajaba. Todavía ya de casada, una familiar, me cuestionaba que por qué no había comprado muebles o trastes para la casa, que ella por eso trabajaba para no ser una carga y ayudar a tener sus cosas más pronto.
Yo tuve la oportunidad de decidir por cuenta propia quedarme a trabajar en el hogar (a diferencia de otras mujeres que no pueden elegir, simplemente lo hacen porque eso les imponen); para cuidar a mis hijos, atender a mi esposo y hacer todas las labores que demanda el trabajo doméstico. Cuando me preguntaban que a qué me dedicaba, ya con pena contestaba que “al hogar”, me decían ¡Ah, entonces no trabaja!
Por lo vivido en casa y con los comentarios de la sociedad, me sentí discriminada, porque lo que hacía en el hogar según las personas, No es trabajo. Ahora que asistí al Encuentro de Mujeres que Luchan, con las compas zapatistas, encontré un espacio para hablar acerca de la necesidad de que se valore el trabajo doméstico que hacemos millones de mujeres actualmente.”
Testimonios como este, son la realidad práctica a la que nos enfrentamos muchas mujeres actualmente. Cuando se piensa en los trabajadores, no queda espacio para repensar en las situaciones de violencia y explotación que se magnifican por nuestra condición de género, en este sistema machista patriarcal. Se nos sigue relegando a labores consideradas inferiores, sin un reconocimiento por lo que hacemos, sin pagos justos por nuestros trabajos dignos, sin seguridad social de ningún tipo, y encima de todo sufriendo de acoso y violencia. O bien, seguimos permaneciendo en el hogar cumpliendo con la función de “cuidadora” de la mano de obra, como si las mujeres no engrosáramos las filas de la población económicamente activa, y que diariamente tiene que salir a rifársela para medianamente subsistir; aunado a esto, recibiendo señalamientos o sufriendo de estigmas por desafiar esos roles impuestos, por tener que salir a trabajar para percibir ingresos con los cuales realizar nuestras actividades cotidianas.
Nuestra reflexión va en el sentido de valorar el trabajo digno que realizamos diariamente mujeres y hombres. Dar cuenta de las condiciones de explotación que se agudizan más cuando se trata de las condiciones labores a las que nos enfrentamos las mujeres; visibilizar y recordar que todas las conquistas que se lograron por mejores condiciones laborales, fueron a base de organización y lucha continua. Pero nos quieren seguir arrebatando los derechos que tanta sangre y vida han costado por medio de las llamadas reformas estructurales, que no son otra cosa más que la legalidad del saqueo, violación a derechos humanos, precarización del trabajo y legitimar la explotación para que unos cuantos se sigan enriqueciendo, a costa de la vida de lxs trabajadorxs y de nuestra medio ambiente. Por estas razones, es que decimos que el 1° de Mayo no es un día de fiesta o celebración, es un día de conmemoración, lucha y protesta.
Ladrillo a ladrillo, clavo a clavo, es nuestra clase trabajadora la que hace funcionar el mundo. Es a través de la ganancia que se apropian los patrones, y a costa del trabajo que tenemos que brindar los desposeídos de los medios de producción, que siguen girando las ruedas del sistema capitalista, arrasando con todo rastro de lucha, resistencia, organización, inclusive privando a un gran sector de la población mundial de su valor más preciado, LA VIDA. Una vida carente de memoria histórica, se ve condenada a repetir los mismos errores y problemas de antaño. Por eso, en este día y todo el año, sigue siendo necesario luchar por condiciones laborales dignas y construir organización codo a codo con lxs trabajadores, sin sindicatos que dirijan personas amigas del patrón y del capitalismo, esta organización de verdaderos trabajadores y trabajadoras es indispensable para la emancipación de nuestra clase, terminar con la explotación del hombre por el hombre e implementar el Socialismo.
¡Sólo en el socialismo otro mundo es posible!
¡Proletarios de todos los países, UNIOS!
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