Nelson Mandela nos enseñó que el deporte puede ser una de las herramientas clave para unir a una población dividida por cuestiones raciales, me refiero en particular al Rugby.
[Foto de Mandela en el mundial de Rugby]
En el breve lapso de tiempo que tengo practicando este deporte me ha tocado jugarlo en varios equipos, en ocasiones con los equipos del lugar donde he vivido y en ocasiones con equipos de los cuales sólo conozco a un par de miembros o a ninguno. En este tiempo he notado cual es la respuesta de los diferentes equipos en los que he estado ante la llegada de un jugador externo, ya sea de otra ciudad, estado o país, y siempre es la misma, integrarlo al equipo como si fuera uno más de la familia.
Dentro de los diferentes clubes, ya sean profesionales o amateur se fomenta el principio de tratar a todos los integrantes por igual, sin discriminar, por la raza, sexo, peso, estatura, habilidad, religión, ni lugar de origen, y es una experiencia asombrosa ver cómo se puede aprender un poco de todos los involucrados y crecer como club pero en también en lo individual.
Como en un equipo de cualquier deporte debemos lograr que la sociedad reconozca que como proletarios somos parte todos del mismo bando, sin importar nacionalidades, educación, creencias, etc. (Divisiones ficticias) Y que todos aportamos para el desarrollo de esta misma sociedad, tenemos por lo tanto que buscar los medios para cambiar lo que no nos gusta de ella.
Ante la nueva oleada de odio hacia los migrantes, en particular con el caso de la caravana migrante y su paso por México nos hemos percatado de una condición que de forma poco latente -pero no por ello deja de ser grave- se estaba fomentando, un nacionalismo que pareciera ingenuo, pero que va cargado de un odio hacia aquel extranjero pobre, si así es, sólo hacia los extranjeros pobres, aquellos que “presentan” un riesgo ante el trabajador local, debido –según sus argumentaciones- a que al ser pobres también, “van a quitarnos lo que es nuestro”. Pero ojo en esta parte, se refieren sólo a esas cosas que después de trabajar y partirnos el alma nos “corresponden” es decir un salario, en ningún momento se habla de los recursos naturales ¿por qué menciono esto? pues, porque en ese caso podemos voltear a ver a las compañías internacionales extranjeras que vienen y usan o saquean nuestros recursos naturales para enriquecerse con nuestro patrimonio nacional.
Sin embargo, ahora que lo pienso esta crítica no va, porque al principio aclaramos que el odio es sólo para los pobres, porque después de todo ¿Quién le pone un pero a las mineras canadienses que se llevan nuestros recursos? ellos no nos roban, ellos generan empleos y nos ayudan a salir de nuestra pobreza -aunque la realidad sea otra- ellos no deben ser atacados, así que volvemos al comienzo, según esta nueva tendencia que se va generalizando, “los malos”, “nuestros enemigos” y a quienes debemos atacar son los pobres.
Ellos, los que tienen tanta hambre como nosotros, tanta como para pensar en robar para saciar su necesidad. Quizá usted dirá: “Pues eso está mal, deben respetar lo que es de otros”. -Y puede ser que esté en lo correcto es decir, yo también veo mal que roben a un trabajador, a un hermano de clase, pero para nada veo mal que roben una tienda departamental transnacional de la cual los empleados no ven a su verdadero dueño en más de una ocasión por año, ese tipo de lugares que están llenos de comida mientras la gente muere de hambre afuera deberían ser tomados por los propios trabajadores para ayudar a su comunidad y de paso a aquel migrante que harto de un panorama de violencia y pobreza huye de su lugar de origen para buscar una segunda oportunidad.
Para finalizar y tratar de culminar con el punto de partida, no debemos ver en los migrantes un peligro, debemos ver qué fue lo que los orillo a realizar ese caminar fuera de sus hogares, y temer ante esas condiciones, porque así como ellos ahora caminan hacia el norte, nuestro pueblo lo ha hecho por generaciones y es probable que algunos de nosotros lo hagamos pronto, aparte que atacar a los migrantes, jamás resolverá las causas que ocasionan una migración, así no se combate al problema de raíz.
El deporte podría ser una solución para erradicar esta visión de las nuevas generaciones, que se entiendan como parte de una colectividad, de una sociedad, de un equipo, que se necesita del otro y de la otra para salir adelante y ser mejores, que no le teman a los desafios, que no le teman al o a la que es diferente, sólo así promoviendo esos valores es que podremos dejar de lado argumentos clasistas y xenófobos, tremendamente simplistas, contradictorios y egoístas como el de que los migrantes nos van a quitar nuestros trabajos, mientras esperamos con ansias el dinero que nuestros paisanos nos mandan desde el vecino país del norte, a la vez que esperamos pronto destituyan al ojete, fascista, xenófobo y racista de Trump.
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