Hoy 1 de mayo de 2020 es uno de los más complicados que hayan tenido que vivir muchos trabajadores y trabajadoras de cualquier tipo. En México las violaciones a los derechos laborales son el pan de cada día, pues con supuestas promesas de recontratación millones de trabajadores van perdiendo uno a uno su empleo ya sea mediante firmas de renuncias obligadas o convenios de reducción de salario; si a eso le agregamos el riesgo que otro sector de empleados y empleadas viven al día derivado de la emergencia sanitaria tenemos un panorama desolador para todo el pueblo.
Las leyes laborales tienen como fin equilibrar las relaciones de producción, pero no nacen solas, no son invento de algún legislador o despacho, su fuente material es la lucha, la sangre y la valentía de mujeres y hombres que en el pasado se movilizaron para que se empezara a reconocer.
Al verlas materializadas en el Artículo 123 Constitucional pudimos encontrar que las voces justas de las revueltas magonistas, de Río Blanco, Cananea y varios movimientos anónimos habían alcanzado su eco. Como comunistas estamos muy orgullosos/as de ese legado, pues esto dio como resultado que nuestra Constitución llegara a tener tanto eco como las subsecuentes después de la firma del Tratado de Versalles. Hoy por hoy estos derechos laborales ya son parte de un conjunto de derechos fundamentales, mejor conocido como derechos humanos.
No obstante, lo anterior, pareciera que la patronal se centra completamente en destruir lo que la clase obrera de antaño ganó con esfuerzo como son: la libertad de trabajo, libertad de expresión y libertad de asociación para unirse en sindicatos. La burguesía prefiere regresar a una época más parecida al siglo XIX en el que las relaciones laborales tenían un enfoque de relaciones civiles y que ahora lo vemos materializado en miles de trabajadores repartiendo comida a través de aplicaciones sin prestaciones de seguridad social ni jornada fija, o en su caso trabajadores del volante que se enfrentan día a día a los peligros de una paga injusta y un deterioro en su patrimonio; en estas circunstancias el proletariado pasa a ser precario, agotado y sin rumbo.
Si no fuera suficiente, el neoliberalismo ha dejado a los obreros fuera de los trabajos formales teniendo un sector considerable de personas que sobreviven vendiendo alimentos o comerciando productos al por menor sin prestaciones de seguridad social y derecho al retiro, peor aún viven las personas que se dedican a las labores del hogar en la inmensa mayoría encargado a las mujeres en las que el lavar, planchar, cocinar y atender hijos vuelca una jornada extrema que hace imposible el desarrollo de una vida digna; es claro que en México quien más carga con este trabajo invisible son las mujeres derivado de los roles patriarcales; de no existir esta invisibilidad el producto interno bruto de este país tendría un valor del 23.5% según el INEGI.
El panorama resulta negro, el observatorio de la Organización Internacional del Trabajo ha advertido que derivado de la pandemia del Covid-19 la mitad de la población activa mundial podrá quedar sin trabajo y por tanto también los auto empleados que están en la economía informal tendrán efectos catastróficos en sus bolsillos, ante ello cabe hacerse el cuestionamiento, ¿existe alternativa?
No hay nada nuevo bajo el sol, los movimientos obreros como el de las costureras que murieron calcinadas aquel histórico 8 de marzo, los Mártires de Chicago, la Gran Revolución Socialista de Octubre, los movimientos de liberación nacional en África, América Latina, y Asia nos han dado luz de que se puede salir de esta crisis con organización revolucionaria.
Como comunistas nos toca enfrentar esta gran tarea de liberación para todas y todos los trabajadores donde la dignidad debe ser la costumbre.
¡Viva el 1° de Mayo!
¡Viva la clase obrera!
¡Resistir la pandemia, vencer al capitalismo!
Secretariado Nacional
Juventud Comunista de México
¡Sólo en el socialismo otro mundo es posible!
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