Rodolfo Oliveros/Colectivo Angela Davis

El 6 de junio del 2021 se llevaron a cabo elecciones federales, estatales y locales en México, dicen algunos “las más grandes de la historia”; en realidad, hemos pasados por las elecciones “más grandes de la historia” ya en varias ocasiones, en las últimas dos décadas, lo que, por tanto, no tiene nada de histórico. Pero, sin duda, son muy significativas al ser las primeras elecciones después del triunfo de Morena y AMLO en el 2018.

Las actuales elecciones estuvieron marcadas por el asesinato de decenas de personas, desde candidatos hasta operadores políticos, por la compra de votos -no tan masiva como en otras ocasiones-, y también por algunas “innovaciones” en la estrategia política de todos los partidos: la suplantación de identidad. Candidatos de todos los partidos, incluido Morena, fingieron pertenecer a un pueblo indígena, otros pretendieron hacerse pasar por mujeres trans.

Parafraseando Jhon Womack, en el 2018: cambió todo, para que nada cambiara. La lógica política de todos los partidos es la del desprecio a los pueblos y comunidades indígenas y de la comunidad LGBTQI+; ejemplificado en la usurpación de identidad, lo que deja todas las reformas en materia de reconocimiento y paridad como vil simulación, que es utilizada a conveniencia, por el sistema de partidos.

La lógica de la política mexicana ha quedado intacta, las alianzas de Morena con el Partido Verde, PES, Nueva Alianza, son ejemplo de ello. La retórica que emana de Palacio Nacional trata de convencernos de que son distintos, pero terminan siempre aliados con los mismos que han saqueado el país, y formando gobierno con los viejos neoliberales. Su disputa por curules y gubernaturas con la alianza PRI-PAN-PRD, no es el enfrentamiento entre dos proyectos de nación, sino entre dos formas de gestión del capitalismo; lo que vimos es el enfrentamiento entre dos facciones de la clase burguesa, una apuesta por Obrador como mejor forma de gestión para el capital (Carlos Slim-Salinas Pliego- Alfonso Romo); la otra (Alberto Baillères, Larrea, Claudio X., etc.) que prefiere seguir manteniendo de subordinados al PRI y al PAN, y apuestan por ellos. En todos los casos, la patronal estará representada en San Lázaro; y el neoliberalismo, a pesar de la retórica oficial, seguirá vigente, por ahora.

No hay, en la arena electoral, una alternativa construida por la gente de a pie, desde los barrios y colonias populares, desde las comunidades indígenas y campesinas, desde las fábricas y las montañas. Ellas y ellos han tenido que ir construyendo su propia alternativa, que permita la reconstitución de los pueblos y la construcción de su autonomía frente a los poderes fácticos del capital, el estado y el crimen. Ellos han decidido vetar a los partidos electoreros y construir un gobierno propio, desde abajo.

Lo realmente relevante de esta jornada electoral, fueron las decenas de comunidades que, como en Michoacán y Chiapas, no permitieron la instalación de casillas, y han girado la mirada a lo interno, a lo comunal y colectivo; esto se suma a la comunidades que en diferentes grados han decidido avanzar en la construcción de su autonomía, siendo la única alternativa para poner un freno a la violencia criminal y estatal, al despojo de los territorios y al saqueo de bienes medioambientales en pos del progreso y de la acumulación de capital. 

Como organización comunista nos enfrentamos a muchos retos importantes ante la presente coyuntura, que no es la de la contienda electoral, sino la de la crisis sistémica del capital. Es necesario la construcción y el fortalecimiento de organizaciones independientes del poder económico y de las inercias estatales. Que tenga como bandera la solidaridad y el respaldo a los pueblos y comunidades que están construyendo sus propias alternativas. Una organización que sepa aprender de las nuevas luchas obreras, de las mujeres, de la comunidad LGBTQI+, de los pueblos indígenas; con ellxs caminar y forjar alianzas basadas en los principios y en la solidaridad, que tenga como eje la lucha contra el capital y que sea capaz de levantar una alternativa socialista desde abajo y a la izquierda.

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