La democracia no puede llamarse así cuando su único objetivo es legitimar a la burguesía y su clase política. La Juventud Comunista de México se posiciona desde la ruptura ante un sistema político sustentado en la explotación, el despojo y la violencia de la clase trabajadora y sus sectores marginados.

Estamos convencidxs de que es ingenuo y contraproducente limitar la discusión sobre nuestra democracia a un Instituto Electoral. No podemos confiar en la burguesía que “defiende al INE”, cuando ellos mismos han sido responsables de fraudes electorales; de torturas, amenazas y homicidios de activistas, militantes, trabajadorxs, hombres y mujeres.

De la misma forma tampoco podemos confiar en quienes prometen un cambio supuestamente radical, mientras siguen dando pasos hacia el mismo cinismo y violencia de sus predecesores que nos metieron en una guerra contra el narco, y que hoy tiene continuidad en la formación de la Guardia Nacional; no podemos creer en quienes han mantenido la criminalización a quienes resisten al paramilitarismo y al narco gobierno que amedrenta a comunidades y regiones enteras. No debemos confiar en quienes nos obligan a elegir entre capitalismo A o B.

En un país con más de 100 mil desaparecidxs; con una de las tasas más altas de homicidios en Latinoamérica; con numerosxs periodistas, activistas y luchadorxs sociales víctimas de tortura, amenazas y homicidio, no podemos seguir confiando en quienes salen en masa a a defender o atacar a una institución como el INE pero que poco/nada se movilizan para denunciar a las miles de víctimas del Narco-Estado, del feminicidio, homicidio, tortura y la amenaza.

Esas víctimas no se cuentan en las urnas y los victimarios casi nunca serán procesados. La clase trabajadora poco sabrá lo que es la democracia, mientras solo funcione para cambiar de títere al sistema burgués, mientras su sueldo ya no le alcance para subsistir y se sepa en riesgo permanente frente a la violencia de la delincuencia organizada, la brutalidad policial y la impunidad.

La JCM se rehúsa a creer que la democracia deba construirse a través de quienes se preocupan más por ganar elecciones que por actuar con, por y para la clase explotada. Estamos en ruptura con este sistema y seguiremos exigiendo justicia junto con las víctimas; exigimos que haya justicia y democracia para la clase que paga con trabajo, duelo y víctimas, los errores y crímenes dirigidos por una clase política cínica, cómplice y violenta, que ha acallado a quien exige y que está más dispuesta a alzar la voz por un Instituto Electoral, que por aquellas poblaciones en las que la democracia no llega.

Un país que siembra cuerpos, encubre Crímenes de Estado y amedrenta a la clase trabajadora con partidos políticos que funcionan como negocios millonarios, no podrá ser jamás llamado democrático y representativo de su pueblo.

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