Aparecido en la página de la JCM el 28 de mayo de 2012

 

Si toda tu vida ha sido resuelta para que vivas feliz y tranquilo entonces no hace falta luchar, en caso contrario hay que hacerlo, y entonces te enteras de que tienes que luchar toda tu vida y hasta que mueras se acaba tu lucha, contigo mismo, con el tiempo, con la marea, con el clima. Ahora si lo meditamos bien nos damos cuenta que, ya sean posturas idealistas o materialistas, todas te invitan a luchar, como por ejemplo la batalla contigo mismo para alcanzar una paz espiritual. Es una obligación de todos luchar, no estamos exentos. Y luego, entre todas esas luchas te enteras que no siempre se lucha por sí mismo ya que hay algunas veces que terminas luchando por alguien más, las razones varían por quién o quiénes terminas luchando. Llega un momento en que hay que determinar si seguimos luchando, si vale la pena luchar por lo que luchamos o reorientar la lucha. ¿Cómo saber que la lucha que tenemos es la correcta? ¿Cómo ser lo suficientemente humildes para reconocerlo?

Una cosa es muy cierta: ojalá y hubiera un mundo mejor (no necesariamente perfecto) pero sí que permita abrir paso a la transformación de éste que ya no puede continuar, que ya no podemos sostener, que devora carroñeramente. ¿Es suficiente sólo imaginar este mundo mejor? ¿Soñar con esta posibilidad? Es evidente, de acuerdo a lo que hemos venido hablando, que hay que luchar por ese mundo mejor. ¿Cómo?

Resulta que el mundo lo compartimos con otros más, es decir, no vinimos solos ni nos construimos como personas de tal manera, somos seres sociales, que convivimos, lloramos y reímos con otros más. Por lo tanto esta lucha se vuelve distinta a las demás que pudiéramos tener desde nuestra trinchera personal y por lo tanto si queremos participar en ella quizá sea necesario modificar o reorientar algunos aspectos de nuestra lucha individual para hacerla colectiva, social pues. ¿Qué tanto estamos dispuestos a modificar nuestras propias formas para aceptar que el mundo nos necesita y que nos necesita libres?

Así pasa que en ocasiones nos contradecimos y terminamos quedando mal con nosotros mismos o con los demás porque no nos entienden y hasta se preguntan por qué estos cambios de percepción: “¿Qué hace una semana no decías que estabas luchando por conseguir un mejor puesto laboral con jugoso salario?” “¿Qué acaso no luchabas porque hubiera botes de basura que ayudasen a clasificar la basura y facilitar su reciclaje en cada esquina del planeta?” “¿Por qué luchas por algo que no te deja (dinero)?” Nuestros motivos de lucha van cambiando conforme cambia nuestra percepción del mundo, y cuando ésta deja de ser individual pasa a ser por una causa social.

Y ya luego terminas luchando por la justicia, la igualdad, la fraternidad y la libertad. Y pasas por ambientalista, por filántropo, por político.

En la Juventud Comunista de México llevamos ya siete años de lucha… ya sabrán lo que eso significa, todo lo que nos falta por luchar y cómo le vamos a batallar. También luchamos por un mundo mejor, uno que esté libre de la explotación, de la miseria, del hambre y del vicio. Luchamos por el socialismo. Lucha tú también. Lucha libre.

 

Guadalajara, Jalisco; a 22 de mayo de 2012.

 

CJB Conciencia Roja.

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