Por Colectivo Constituyentes
El día de muertos dentro de las tradiciones mexicanas simboliza la dualidad de la existencia humana: vida y muerte. Los mexicanos honramos y recordamos a los muertos el 2 de noviembre y a manera de ofrendas al muerto se le brinda aquello que en vida gustaba.
A pesar de ser una tradición ancestral que se fusiono con las creencias religiosas del catolicismo, para nosotros los marxistas el tema de la muerte es en este grado igual de importante.
Si bien Marx no habla sistemáticamente de la muerte como tal, no cabe duda que toda su obra se puede tomar como un trabajo hecho que tiene como referencia principal la muerte, pues que la lucha como marxistas siempre ha de ser: una lucha contra la muerte.
Mucha es la crítica para los ateos marxistas que en un ambiente no se diga tan religioso como el mexicano profesan una ideología que deja de lado la creencia en un ser supremo y en una vida después de la vida, pero es mucho más profundo el sentido de la muerte desde la perspectiva marxista.
En Marx la idea de la idea de la muerte tiene una visión distinta a la visión de fe y se pueden destacar en los siguientes puntos.
LA MUERTE: UNICO ASPECTO DE LA VIDA DONDE TODOS LOS HOMBRES SOMOS IGUALES?
A la idea del concepto de que al final todos los hombres somos iguales ya que al final del nuestro tiempo moriremos y habremos todos de volvernos a la tierra, Marx hace la primer distinción ante este aspecto, a diferencia de la fe y la ideología cristiana; Marx hace notar que la muerte inclusive es distinta para los dos estratos de la vida social. No estudia la muerte individual y como proceso “natural” del hombre ya que dentro del contexto de la explotación capitalista no todos los hombres son iguales ante la muerte.
Indudablemente existe una diferencia abismal entre el proletario, su vida y su muerte, que la de los grandes capitalistas.
Hoy en día la muerte de los trabajadores, viene más pronta, más violenta, más desigual. Las condiciones de extrema explotación, el grado tan alto de mortandad en niños, la falta de salud para los sectores medios y pobre de la población, es obvio que resulta que en el capitalismo quien tiene y puede, obtendrá más oportunidades de alejarse de la muerte en un mayor índice de posibilidades.
La muerte para Marx no es solamente aquel momento en el que dejamos la tierra con el último aliento, es también la privación de la propia la vida y la posibilidad de vivirla.
La muerte en el capitalismo no es cuestión de suerte o de destino, es un plan sistematizado producto de la expropiación del trabajo, de la vida y la salud de los trabajadores explotados.
REVOLUCION: LUCHA CONSTANTE CONTRA LA MUERTE
La Revolución es justo aquello que nos permitirá luchar contra la muerte. Cuando el trabajador vuelve a apropiarse de su trabajo, de su salud, de su vida misma. La revolución es pues la que lograra desaparecer aquella muerte institucionalizada casi condena de la clase explotada de nuestro México, ella lograra entonces que aquel dicho que reza: todos somos iguales porque todos terminaremos en el pozo, lograra que sea entonces natural la muerte para el hombre y este dejara de temerla y sufrirla en un calvario lleno de penas llamada: vida.
CUAL ES EL SENTIDO DE LA VIDA EN MARX?
Indudablemente Marx dio su vida desarrollando un trabajo científico que nos da las bases para decir que el problema de la muerte no es un tema individual, pues no es serio dejar de lado las dimensiones colectivas para entender, desarrollar e investigar un tema tan importante como el de la muerte.
Esta postura por su puesto se contrapone a la postura religiosa, donde el hombre se individualiza y a la muerte se le da este carácter de “natural” al margen de contexto social y de clase.
Y no es que en Marx la vida se toma como tema liviano, sino que en el marxismo se aprende a reconocerse mortal. Entendemos que a la luz de la ideología religiosa la muerte se vuelve un tema de miedo, mientras que en Marx a la luz de una interpretación de la vida misma más orgánica y general podemos asumirla e inclusive mostrarnos solidarios en este aspecto, este es el nivel más alto de conciencia que puede llegar a tener el hombre.
Los hombres han sufrido la vida pensando que esta vida terrenal ha de ser solo el paso a una mejor vida, y la han aceptado como tal, impide a los trabajadores acercase y entender su condición de explotado, la asume tal que la idea de una sociedad diferente, solo la encuentra en aquella que le han enseñado que vendrá después de la muerte, solo si te has sacrificado lo suficiente en la tierra como para ganar un lugar en allá.
Para el revolucionario asumir la muerte es una cuestión de compromiso, es abandonar aquella esperanza de un “cielo” donde al morir todo será mejor, sino al contrario, es encontrar en esta vida la fuerza suficiente para luchar contra las adversidades de este mundo y contradicciones del mismo, es vislumbrar y construir un mundo nuevo lleno de nuevas posibilidades.
Es descubrir que cada día que pasa no se volverá a repetir, y encontrar la maravilla de cada día dedicarlo a la lucha porque todos podamos vivir nuestra propia vida, es comprender y comprometerse con la idea de que aquellos que estamos en este plano solo viviremos una vez y no otra, y entender que quienes no pueden vivirla no podrán gozar aquí ni en ningún otro lugar.
Es el ansia de luchar por mí y por aquel al que le están robando en base a explotación su vida, y que lo orillan a la extinción en este mundo sin haberlo gozado, palpado, sin haberse descubierto a sí mismo.
Nosotros no creemos en la moral del amor al prójimo solamente para ganarnos un lugar en el “cielo”, tan vano y egoísta suena entonces ese pensamiento individualista en el que solamente se vive angustiado por la muerte próxima donde sino has hecho buenos actos no tendrás vida plena después de la muerte.
Y que revolucionario es entonces el amor al próximo que aun sin conocernos, es tanta la desesperación porque podamos gozar de un mundo donde quepan muchos mundos, donde la historia de un hombre o una mujer revolucionaria no llegan a su fin con la muerte de su cuerpo, si no por el contrario, su conciencia revolucionaria cambia el sentido de su vida; cuando un compañero muere luchando no muere del todo, no porque su alma se quede entre nosotros sino porque su lucha continua en cada uno de sus camaradas, en la lucha misma.
Hay un gran abismo entre nuestra realidad histórica y los deseos de cambio que como revolucionarios tenemos, pesan sobre nuestros hombros muchos dudas sobre la muerte, mucha incertidumbre retumba en nuestra conciencias cuando se habla de los desaparecidos, de los vivos que no viven su vida, de lo fugaz de la vida en este país de explotación, de la elección de la vida o la muerte cuando está de por medio la vida de alguien más, la incertidumbre de si triunfara la revolución y lo habrán de ver nuestros ojos, la amenaza de la extinción humana ante la barbarie de mundo en el que vivimos.
Mas indudablemente entre dejarnos consumir por este gobierno que no se cansara hasta destruirnos, acabarnos, desaparecernos, considero que no hay cosa más digna que asumirse humano, vivo y con la lucidez suficiente para tomar en nuestras manos nuestro destino, superar nuestras limitaciones y dar la lucha a este sistema político reproductor de muerte hasta vencerlo, hasta que ese mundo que soñamos, sea posible.
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