Por CJB Camisas Rojas

En 2018 sucedió un acontecimiento nunca antes visto en la historia electoral de nuestro país; y no era para menos, el hartazgo producto de los 30 años de neoliberalismo y corrupción era muy alto; y había prácticamente un solo candidato que decía ser la “esperanza de México”, a quien, de hecho, se le dio toda la confianza para llevar a cabo la Cuarta Transformación.

Sin embargo, la desilusión llegó muy pronto, si bien se terminó con el neoliberalismo en el discurso, en la práctica se sigue un modelo exactamente igual, pero con cabecita de algodón y disfrazado de “bienestar”. Se presentó al liberalismo del s. XIX como solución de los problemas heredados del XX y los propios del XXI.

Los megaproyectos, totalmente extractivistas como el tren mal llamado maya, o la refinería que se construye más o menos por la misma zona, o el plan integral Morelos, siguen denostando una nula preocupación por el medio ambiente, pasando por el despojo de tierras, e incluso el exterminio de especies animales y de comunidades humanas enteras. Aunado con la creación de la G. N.; las policías mineras; el tan aclamado por quienes ostentan el poder económico TMEC; el adelgazamiento estatal, disfrazado de “austeridad republicana”; la falta de inversión en salud; la aprobación de leyes como la de comunicación; el conservadurismo más extremo en lo que a libertades individuales se refiere y un largo etcétera, nos dan cuenta de que el neoliberalismo realmente nunca terminó.

Y, del otro lado, una coalición aún peor, la derecha que, asustada sin motivo, intenta venderse como progresista, como de un centro que no existe; que se aprovecha mercadológicamente de descontentos sociales que ni siquiera conocen y que, sin embargo, ellos provocaron con las políticas antidemocráticas que durante tantos años han sacudido y paliado a nuestra clase.

La ilusión de la democracia burguesa, nos pinta dos opciones, las dos “distintas”, pero que nos llevarían a seguir exactamente igual. Peor aún, el hartazgo y la desilusión continúan, y van cada día en aumento: si bien serán, las de este año, “las elecciones más grandes de la historia”, también serán las que menor participación tengan y el abstencionismo nuevamente ganará con amplio margen.

Pero existen otras opciones que la apatía y la abstención. Hay formas de construir una democracia de verdad que sirva a todas las personas. Formas de distribuir mejor los recursos y la riqueza, donde nadie carezca de nada. Un ejemplo son aquellos pueblos que desde la Selva Lacandona, se aventuraron a cruzar el océano para compartir su palabra. Otro, somos nosotres, la Juventud Comunista de México, que te invitamos a la organización de un mundo más justo que sólo es posible en el socialismo.

Votes o no votes, ¡bótalos alv!
¡Únete a la Juventud Comunista de México!

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